Me
hablas de amistad en la distancia. Yo... quisiera poder tenerte. Sí, tenerte
cercana y lejana, presente como la luna en su cielo, como la mar en los dedos
con los que mojo mi cara. Hoy, después de mi descanso necesario, mezclado con
muchos sueños, sólo te puedo decir lo que mi corazón sediento necesitaría de
ti: seguir viviendo y soñando y pensando mucho en ti, porque los dedos de mi
mano sobran cada día más. Cuando hablamos de amigos, hasta mi casa de palma con
su techo de hojalata se desmorona.
La
vida se despedaza y pasa el tiempo sin reparos. Mi alma se deshoja como una
flor agotada de tanto como su viento la azota en su libertad.
Quizás
sea lo cercano lo que se presenta el final del camino, pero ya poco le importa
lo que le rodea. No hay limpieza ni en el aire que respiramos. La mirada
traiciona al ser humano cuando miente. Vivir en libertad es complicado. Lo das
todo y nada brota en el salpicadero del alma. El llanto se mezcla con la brisa
de mi alma. Sólo espero que lo poco que me queda por vivir, alguna amistad
sencilla, se me pegue a los pies en forma de semilla.
Antonio Molina Medina