Una mañana abrió
su ventana
Intuyo su aliento cercano
en su cara
Se aferro a su
niebla que seguía sus pasos
Y perdió la
inocencia al sentir su abrazo
Su corazón que
todo lo desea
Miraba su cuerpo;
perseguía su alma
Y encontró sus
ojos, de firme mirada.
La lumbre de su
cabaña, en silencio se filtraba
Dejando un reguero
de colores
Que sus llamas
provocaban
El negro de sus ladrillos
No se dignaban tocarla
Entre celestes colores
Volaba firme su alma.
Antonio Molina Medina
18/01/15