Entre
cepas y alisos, envuelto en robledales, se encontraba mi cuerpo revolcándome
entre la hierba reseca de incienso, aromas de granos, acidez de uva y dulzor de
pasas. Presagio de buen caldo. Mañana plácida y serena. Poblada estepa humana.
Mezcla de Castilla, hechizados trinos. Se adhieren a mí con mucho sigilo.
Sublime es la aurora que le acompaña.
Silencio
expectante, en tierras de caza. Castilla se abre, entre puertas doradas. Sus
campos, sus gentes, y el desdoblar de sus ansias. Son gentes sinceras,
sencillas, humanas, donde cantan aves… el cuervo aún grazna…
Una
paloma me cubre el rostro con sus alas, y me ofrece sus calles, sus casas, su
plaza. Rebrotar de sueños envuelto en aromas, a vino arraigado. Sarmientos
ahumados, que el humo me cerca. Me atrapan sus gentes.
Saturno
me observa, me llama. Y él, complaciente, se aferró a mi mano, para recorrer
juntos sus anillos, entre mis versos y plegarias.
SINOVAS
Quisiera desaparecer
Debajo de las cepas del pueblo.
Y que sus raíces penetren
Dentro de mi cuerpo
Para seguir saboreando
Sus vinos
En los próximos inviernos.
Antonio Molina Medina