ANDALUCIA

Foto de Mercedes Benítez
Volveré tras el rastro de cigüeñas,
cruzando tierras de pastos;
trigales repletos de grano.
Recorreré la tierra la de mis antepasados,
donde el sol amanece más temprano;
te saluda el campesino y la tierra te grita,
junto al amigo que comparte,
agua, pan y su ganada.
Antonio Molina Medina

Sosegado





Sosegado, se sienta en una mesa con un Té rojo en su taza y un pequeño tentempié para alimentar su cuerpo. Risas y charlas animadas inundan la atmósfera mientras se consumen unos chatos de vino. Desde su burbuja, aislado del mundo, los folios desliza cubriéndolos de garabatos con tinta morada, que le visitan el pensamiento al borde de la ría milenaria.
 
La felicidad está a nuestro alcance, aunque las voces de los diabólicos seres que enturbiaron tu alma no dejen de repetirte:

- ¡Deja lo que has emprendido! ¡Retírate a tus inviernos! ¡Disfruta de la vida! ¡No te la compliques más! ¡Aprovecha tu momento!

¿Qué te importan los demás? Aférrate a una mano amiga, que mi alma me dice, que no te fallará. ¡Siéntete seguro en tu soledad!

 Antonio Molina Medina

EL COBRE


Me subí con mucho ardor a lo alto de una montaña. Descansé del esfuerzo y disfruté de su panorámica. Llené mis pulmones de aire y la vista se dejaba caer sobre el valle y sus gentes, sobre el río y sus aguas. Era muy bello lo que veía. Mi alma volaba y mi corazón, sepultado en mi cuerpo, sentía como sus latidos se adentraban por todos sus miembros. Chisporroteaban sus ascuas.

Los picos de la sierra vigilaban el valle. El río de la Miel lamía su cauce. Las cabañas del Cobre, a veces, se inundaban con sus sanas aguas atormentadas.

Los caminos de la Trocha nos indicaban su trazado a seguir mientras, el chaparro, los asientos se acomodaban, para reponer sus fuerzas alrededor de su tronco.

Las bestias bebían sus aguas  y las madres de antaño, de rodillas, lavaban la ropa golpeando con sus manos en sus piedras aplanadas.

 

Me senté en las piedras. Miré si había leña. Encendí fuego y me calentaron las llamas... Cerrando los ojos miraba su cara, sonreía por dentro y mi corazón lo acunaba.

Los troncos ardían con ganas, sus azules llamas subían con fuerza buscando el cielo que nos arropaba.

Bajando la vista al crujir de los troncos quejándose de sus llamas, que, dejaban un tupido manto blanco de ceniza y sustancias. 

El ruido del agua de un caño chiquito me dejó sin habla.

Me acerqué a sus pozas y mi cara se quedó en el agua. Veía el cabello blanco entre sus ascuas. Y desaparecían negros color tierra con ella se mezclaban. Los troncos ardían en la vieja fragua chispear de ascuas. El acero se funde. Las llamas lo forman, el blanco lo atrapa.

¡Unos sencillos versos de dedos humanos sensibles y sinceros de un corazón pletórico de sueños, le hacen ser sincero, romper una lanza y lucha sin miedos! Sus recuerdos atrapan.

Antonio Molina Medina

 

Esta mañana

Esta mañana he abierto la ventana y
he cortado mi pecho con una profunda daga
que llegó al corazón para darle libertad.
Ahora está volando, volando a ver si encuentra
en el aire algo de felicidad,
la que siempre le han negado
las hordas con su maldad.
No sé si volverá,
pero ya nada le importa,
seguirá en su soledad.
No sólo le haces sonreír
también le haces pensar.

Antonio Molina

 

MUJER


Intrépido cual felino se introdujo en las sombras. Los cascos del caballo atronaron el aire. El jinete se pliega, los sentidos le atrapan rompiendo con su espada el mundo impenetrable. La luz le deslumbró, le tiró del caballo. Él se aferró a su cola dejando atrás el pasado. Las barreras se rompen, su marcha es imparable.


Llegó la luz del día, quedando atrás la oscuridad, la noche. Una vieja campana tañe, repiquetea. El hombre ha traspasado parte de la materia. Llegó por fin la luz dejando a sus espaldas la ceguera. La libertad soñada prende su llama. Él se aferró al albor que la mujer le ofrece. Se ensartó a su mano, intercalando los dedos. Caminarán seguros, compartiendo sueños y amores no vividos apostando el corazón. Sin miedos ni ataduras… Para quererse, amor, sólo quererse y la amistad… perdurará.

Antonio M. Medina

QUIÉREME

¡Quiéreme! ¡Sí!, ¡Quiéreme
como yo te quiero a ti!
Un reguero de nostalgia.
Unos ojos suntuosos
bañados con puras lágrimas
se descuelguen en tus manos,
y tu cuerpo los atrapa.
¡Quiéreme! ¡Sí!... ¡Por favor!
Y te montaré en el carro
de los sueños
tirado por noble yunta
de caballos, muy camperos,
o yunta de nobles bueyes
que salpiquen nuestras fantasías
¡Quiéreme! ¡Sí!
Hasta el fuego que me quema
te servirá de consuelo;
te alumbrará en noches negras,
mis noches negras, muy negras.
Este corazón no tiembla
cuando quiere de veras
Como quiere, mujer.

Antonio Molina Medina

LEPANTO POÉTICO

LEPANTO POÉTICO
 
 
Recitan:
 
Daniela Bartolomé
Antonio Molina
A la guitarra: José Sánchez
Jueves 18 de septiembre 19, 30 H
Lugar: Plaza de Pedro Eguillor, 2, (Bilbao.)
Organiza: Restaurante Lepanto.
Entrada libre

 

MUJER


Cuando las hordas de la noche escudriñas en tu corazón y resoplan insistentemente tratando de disipar los placeres contenidos de su corazón, aun dolorido, pero no sumiso, sin que nadie ni nada que le oprima y menos consumiéndose sin ideas que hagan revivir de nuevo todo lo que acontece a su alrededor es: Un corazón nuevo consistentemente humano, que florece como una flor en primavera. Reluciente. Esponjoso. De tiernas hojas. Presuroso en deshojarse de nuevo, para seguir viviendo junto al río de los deseos, sus deseos con las personas que amas, quiere y le confortan.

 

Amistad, querida amiga, es la palabra que fluye con fuerza, que provoca suspiros y rabia. La verdad sólo tiene un camino, el que parte del mismo destino, cual vías de un tren en la noche, sin parada ni marcha anunciada.

Antonio Molina