ÉL FUE…UN HOMBRE DEL COBRE-ALGECIRAS

 

Chorrosquina El Cobre Algeciras... Años para no olvidar.

Dicen que la escritura nos eleva de la prisión, y la mazmorra no puede detener la propia marcha, ya que la palabra filtrada por los sonidos en nuestro cuerpo, llegan  nítidamente hasta el alma y, con frecuencia, se hace vocablo entre los seres humanos.

Y es más efusiva, y deleita la mente cuando se siente lo que se escribe ya que, cuanto más se escribe, más alto sube la autoestima, y las palabras son moldeadas por el aire cuando brotan de los labios y se hacen cuerpo desde que florecen de la mente y los dedos se apoyan entre letras que se sienten, claras y limpias, como el agua del manantial de la fuente.

 

El Cobre. Algeciras

Dirigí mis pasos a su morada, y pregunté por él y me dijeron que estaba en la casa… que había acudido a la casa a un ‘mandaillo’.

- Entra en la casa - me dijo uno de sus hijos.  Y mi cuerpo lo buscaba, y ya en su presencia, y solo con mirar sus ojos, mis sentidos tiritaban y mis oídos se erguían en los movimientos de sus labios que musicaban palabras veloces que mi mente atrapaba sin descanso mientras él me hablaba,,,

- ¡Mira quién ha llegado! Le dice a su señora, ‘antoñillo’, el hijo de mi tía Luisa… Ponnos un cafelito con leche y unas tostadas con aceite y, en un platito, algunos cebollinos que cogí esta madrugada que tanto a ‘antoñillo’ como a mí, nos gustan ...

 

Cuando nos hablaba él, siempre miraba a los ojos y no pestañeaba su mirada. Y yo mantenía su mirada, que era sincera y no asustaba, ni escandalizaba, pudiendo seguir los sonidos que suavemente manaban de sus labios, y se colaban en mis oídos como agua suave, limpia, clara... cual afrodisiaco insaciable que alimentaba mi espíritu y daba alas a mis sentidos que se diluían plácidamente por todos los poros de mi cuerpo... Y él solo hablaba y hablaba, y yo solo lo escuchaba mirando sus ojos, su cara que, cual rostro impenetrable, me alimentaba.

 

Río de La Miel. El Cobre. 

Bajé la vista encandilado por la presencia de su señora, que nos ponía el suculento desayuno con esa sonrisa que ella sabía poner ante la gente que a ella le agradaba.

Entre sorbo de café, bocado de pan tostado y un mordisco del tronco del retoñar de la cebolla, pasaba nuestro tiempo de tertulia, esa porción de tiempo, llena de súper-palabras… Como "¿Te acuerdas, niño, cuando te mande a mirar a lo de tito Juan, a ver como andaba de trigo en la casa y me dijiste que solo un medio saco y aparecieron un par de sacos que los trajeron tus primos… ? ¡Jo! ¡Qué cabreo se llevó tito…! ¡Casi, te la cargas tu…! - Así fue y menudo miedo que pase por si me descubre. Recuerdo que él preguntaba a ver quién le había dicho a ti lo del grano… Nos interrogaron a todos y no salió el culpable…  Dos sonrisas afloran de dos amigos y parientes por tener las mismas tías. Disfrutamos de ese tiempo que teníamos y muchas veces, esas tertulias caseras se prolongaba hasta altas horas de la noche ya que la noche era para él… Era tan buena como cualquier hora y día de la semana.

El tiempo siempre le cundía, pero nunca le sobraba.

 

He paseado por las tierras de Castilla y he podido comprobar que los residentes de la pedanía, con sus tractores y unos potentes focos recogen la cosecha en plena noche, alumbrando con esa luz que les alumbraba.

Por aquellos años, él, con un pequeño tractor tirando de una ristra de acero, labraba la tierra hasta la madrugada. Lo mismo dormía de noche que de día…

El día y la noche él… los custodiaba.

 

         Río de la Miel. El Cobre. Algeciras 

Hoy su recuerdo me traslada a otros lugares… otra tierra, donde un poeta en su casa de labranza y de recreo en ‘Asquerosa’, iluminado por una bombilla en su mesa al lado de la ventana del dormitorio en la planta baja de su casa, escribía sus obras de teatro y sus poesías hasta que la claridad brotaba por las rendijas de su contraventana y con el oído puesto en las voces de los viandantes que muchas veces le inspiraban. Como cuando una gitana pasaba por su puerta y le gritaba a su hijo… ¿Amargo?, y se levantó de la mesa y salió a preguntarle a la señora:

Rio de la <miel. El Cobre. Algeciras

¡Señora! ¿Porque le llama a su hijo “amargo”? -y ella le contestó: -Mire usted le llamó así porque tiene un amargor en su aliento y su aliento le sale mal oliente… Quizás pudo salir de esa palabra: ”El Romance del Amargo”

Huye de mí, caliente voz de hielo,

no me quieras perder en la maleza

donde sin fruto gimen carne y cielo.

 

Deja el duro marfil de mi cabeza,

apiádate de mí, ¡rompe mi duelo!,

¡que soy amor, que soy naturaleza!

Federico.

Antonio Molina Medina

09,01,21