MARÍA MATA PADILLA, EN SUS 99 AÑOS DE VIDA

Has amontonado noventa y nueve años de vida
dedicada al amor que te domina,
a mantener sorteados los recuerdos imborrables
de la historia, llenos de amor del aire que afluía.

Un corazón que resuena impulsos de león
brotando de tu voz firme, la que perdura
junto a tu sombra que emerge de la tierra que pisas,
acompañada de otra figura, que amas y que mimas.

Los dos formáis un solo cuerpo.
Una sola espina dorsal la que os mantiene activa,
la que estimula tu jugosa existencia
junto al juglar con su incansable galopar
nos marcó la tierra prometida.

 Su presencia te arropa, te protege y te sonríe,
compartiendo tu juventud junto con la sombra
que te mantiene activa, la que se acopló contigo
sin fisuras, con gallardía, en una noche fría.

Aquella que tanto amor brotó de su figura
cuando caminaba por las calles y avenidas.
Aquel ser que amó hasta el gitano
y se pavoneó con la gitana por la villa.

Qué grande ha sido tu caminar por las veredas,
unida con el espíritu del maestro que nos guía,
el que nos conduce con acierto y muchas diligencia
y nos provoca a seguir su sombra en su silencio,
a dentelladas, la lucha emprendida.

Su verso nos hizo libres
poemas, bellas historias brotaban desde su pluma.
¡Cuánto amor! emanaba su figura
y la herencia de su sangre,
surgía de la tierra. Cristalina.

 Mujer de corazón transparente que mantienes
su recuerdo como brasa caliente.
Orgullosos nos tienes por compartir tu existencia
cohabitando el relámpago que nos da tu presencia
con Federico presente convertido en hoguera,
con el humo que inmerso arropa a su Asquerosa,
su Vega y su Granada, la de sus lucidos sueños,
que continúan presentes a través de tu vida,
María Mata Padilla.
 
Antonio M. Medina