ÉL OBSERVABA

El bullicio se sentía
en humilde cocina.
De su chapa encendida
brotaba el color de sus rojos aros,
de acero fundido,
que en su adentro producía.
Unas papas con agua cocían.
Percibiendo entre cortinas
una mesa de madera tañida
mientras, una radio melodía
era el foco de luz en sus vidas,
y a su alrededor quietos ellos
el tiempo y los recuerdos detenían
de ojos y oídos perdidos en
las noches lucidas de sus vidas.
Percibiendo sonidos lejanos,
palabras perdidas  desde
otras fronteras; con el terror
en sus venas mecidas.
Mientras niños percibían
de sus ojos miradas perdidas.
09/02/17

Antonio Molina Medina