TIERRA NUESTRA

 

Sinovas Pedanía de Aranda de Duero.

¡Tierra! Que me naciste, entre dolores de parto y pesebre de pobreza, ya que desnudo me vine de un mundo del que me expulsaron para convertirme en materia, que no quiero dejar sin saborear sus elementos. 

Arropado por el agua nació mi cuerpo y mi alma y lo depositó en la fina arena de la playa la que, aun humedecida por mi cuerpo, me ofreció un mundo repleto de miserias, hoy, inmerso en su mar embravecido, que poco a poco nos engulle sin convulsiones ni quejas y nos acerca a las tumbas de nuestra desdicha, ya escasos de pertenencias.

 

Pero aun ruge su alma y su mar se queja, entre tormentas que rodean su mente. Y se hace certera y pudiente y brava, entre las olas vivientes.

 

Orduña Bizkaia

Camino entre puentes y veredas de barro y grajos, muy cercano a su fuente, entre el prójimo que se enamora del bien, sin lujuria, dentro de la cabaña del amor y no la ira. Ya que el poeta se duele y reduce su transitar por laderas escarchadas y despeñados montículos, donde se abraza al amor y no sucumbe a la maldad, aunque su mente se revele contra los practicantes de las injusticias.

 

Hoy nos hablan de virtudes y nos advierten de los vicios y la intransigencia.

Pero el mal se ofusca en mi alma, ya que, él mismo la impulsa a la indiferencia: La putrefacción del alma se alcanza cuando no hay lucha.  

 

Sinovas. Aranda de Duero.

Las mazmorras del equilibrio se posaron en una doctrina pobre y sin valía. Y desde la ineptitud de sus pastores, anularon su rebaño y se quedaron sin dueño.

Salió algo solido de su caminar sin guía, con las ideas del presente sin pensar en el futuro, que nunca llega. Y retrocedemos al punto de partida, donde comenzó una vida. La naturaleza llora hoy en ese momento de su historia, y la deja medio saboreada al alcanzar, desde el infinito, una vida de trampa. Todos los movimientos de su mente, que le sigue sin pensar su propio destino en el que insaciable, camina y camino.

 

El Cobre Algeciras

A veces se asombra de un comportamiento, quizás indeseado, que impotente sacudió su mente y la despobló de sueños para poblarla de seísmos. Aunque lo asombroso es el ser humano provisto de su manta de fe… esta fue la que destruyó su incierto pasado.

 

Entre palabras atolondradas y míseras y sin valor, pasó la estancia en su cavidad hasta que descubrió un sendero nuevo, una charca limpia de puro manantial, de espinas severas, de ortigas y barro seco y placido al borde de los ríos; entre hondonadas mantuvo su cuerpo con la única visión de ese nuevo horizonte que alguien le brindó.

 

Río de la Miel El Cobre Algeciras

Entre palabras bien enjaezadas, pero simples, que se aferraron a sus dedos desde el manantial de sus neuronas, fueron el foco de sabuesos del mal, a pesar de que, los que tanto nos mintieron… le despejaron el camino en su intimidad primera. Y con la orina curaba las heridas que las púas de las zarzas, majoletos y arbolado putrefacto le hacían al caminar.

 

En su soledad abarcó con sus ojos la bondad de la gente que, a su paso dejaba, para hacer posible dar salida a sus pedanterías y lograr salir de ese mundo donde todo le sobra, menos el amor y la alegría. Aunque en sus noches negras de incomprensión, truene más fuerte su añejo corazón, ya que la materia y la naturaleza, y los seres que aman y sufren y que deja por los senderos de su vida, se duelen de sus pisadas y gritan sus gargantas.

 

Ciudad de Orduña. Bizkia

Aunque la materia insana y sádica nos cerque, la edad la supera. Pero siempre está presente en los que la defienden, ya que nos puede atrapar e engullir como las ascuas a la lumbre. Y te acercas a la ciencia y la divisas, ya que es la que rompe la mentira y deja brillar la verdad, por su exactitud y por no tener censura. Y caminas por entre pequeño arbolado repleto de racimos de uvas que reposan atrapadas entre sus tallos, escondidas entre sus hojas hasta que maduran. Y aparece la química y fermenta los caldos en limpias barricas. Son los descendientes de aquellos que nos dejaron, pero nunca se perdieron sus recuerdos. Ellos eran hombres de honor y mujeres con arrojo y mucho valor… donde solo la maestría de manos expertas sacaba sonrisas de sus frutos: líquidos divinos que aunaban logrando colores y sabores y aromas inconfundibles; con sus manos repletas de años dejaban al descubierto lo mejor de sus cosechas, porque bullían de sus vidas. Mientras, los enólogos, que probáis los primeros caldos que salpican vuestro rostro y dejan una sonrisa en vuestras caras, cuando se deslizan su liquido por sus gargantas. Eran los primeros honores por probar el fruto prohibido, ya que calienta la lengua y despierta la mente; y acaricia los ojos y llega a calmar la fatiga del trabajo.

 

Romiya. Chauchina de Granada

Pero cuando la nada invadía la tierra y las palabras aun no brotaban de las gargantas, la libertad existía. La libertad que hoy se va ocultando. Y los tambores de guerra son golpeados con varas por ser aún muy verdes, pidiendo rebeliones: conjuros antiguos que estaban ocultos en corazones sin rostro y sin conciencia, azuzados por las fuerzas del mal ante un pueblo inculto y voraz y sin sueños… ¡pero con ansias de avaricia incontrolada!

30.12.19

Antonio Molina Medina