¡Mi Dulcinea! ¡Dulce Dulcinea!

¡Mi Dulcinea! ¡Dulce Dulcinea!
Nombre más puro no se ha escrito
en la tierra.
Las montañas lo transmiten.
Las montañas lo acaloran.
Los mares lo arrojan suplicante a sus arenas.
No te pido que me quieras.
No suplico que me ames.
Sólo busco tu ternura y que
sienta el calor que tu cuerpo transpirara.
Hagas lo que hagas,
pienses lo que pienses,
tú serás la misma, excelente mujer,
pero no renunciamos… ni renunciaré,
mujer, a quererte, a pensar en ti.
Cueste lo que cueste
todo te lo doy.
Todo lo que soy
se lo debo al duende
que tus manos baila.
No importa el futuro
yo vivo el presente.

Antonio Molina Medina