CLARIDAD

Deja que la luz alumbre mi cabaña;
que las nubes compartan
las sombras de mi casa;
que sus ojos miren
las pestañas de los míos,
y que la lumbre de su hoguera
caliente el corazón
repleto de esperanza,
que sueña con la luz
que sus ojos almacenan.
Y deja que su corazón resuene
repleto de sustancias,
para que me hagan galopar
por esas verdes campiñas
que diviso desde el alba.

Antonio Molina Medina 

MOLINOS

Molino Pajares “Escalona”
Dedicada a todos los Escalonas

 Molinos: Castillos de ensueño para los lugareños
que llevaban el trigo a moler.
Transformándolo en blanca y polvorienta harina.
Harina para nuestro pan nuestro de cada día,
pan rico pero a veces poco
para matar el hambre en nuestra infancia,
doliente, sí, pero bonita y fascinante.
Baluartes en el río de la Miel,
Wadi al-Asal, aún guardabas aquel nombre que te dieron
siglos  antes nuestros padres árabes
hondando la dulzura de tus limpias,
finas y trasparentes aguas.

Contra toda adversidad
sigues en pie uno y más siglos,
como fortaleza medieval,
 como centinela y ángel protector
que das a las familias de comer.

Pero no todos tuvieron esa misma suerte:
Molino del trueno, del Águila, Masa,
Molinilla, Molineta y Alfarache
o el molino llamado ‘de los Tomates’,
la Abundancia y el Cachorro,
el molino de El Cobre,
los molinos de San José y San Bernardo.

Y allá, por la otra garganta,
otros fueron condenados al olvido,
sólo quedan hoy el luto de sus ruinas
por las márgenes oscuras de los ríos.

Tan ilustre patrimonio cultural
se lleva los piropos de todos
los que amamos la cultura
y viviréis sin fin, perennes,
en el fondo de nuestras retinas
y en el desván de nuestros mejores recuerdos.

Porque os custodiaremos con nosotros,
donde moremos, con mimo,
como algo que queremos.
Porque no es bueno dilapidar
lugares que con nostalgia y fe vivimos
para la perpetuidad.

Antonio Molina Medina


LA CHORRERA

Buenos días: MARÍA
Después de unos pocos días en el SUR en compañía de mi gente guapa, en los lugres de mi niñez, pude seguir gozando y limpiando mi mente del laberinto de la ciudad que cada día se me hace más pesada.
El sol trasponía por la sierra y, sin pensarlo..., sin decir nada a nadie, me encamine río  arriba por senderos escabrosos, buscando un remanso de paz aún más evidente que la que me rodeaba. La buscaba a ella, y me pareció más bella que nunca. Su golpe de agua me trasladaba a los años de mi infancia cuando acompañaba a los cabreros por la sierra virgen, y mojaba mi cuerpo en ella, en sus frías aguas. Fue una tarde mágica.
Cuando regresé y conté mi pequeña hazaña..., me decían:
-¡Pero chiquillo...! ¿Y se te hubiese pasado algo? Sin ayuda de nadie...
Yo sonreía... solo sonreía y de mi interior solo fluían estas palabras:
- Que más quisiera yo que quedarme a reposar para la eternidad con tan buena compañía, y mi cuerpo fuese el alimento de los buitres que volaban por los lugares. Hermoso final de una vida sirviendo de comida a los animales de la alta montaña.

Antonio Molina Medina

La Chorrera

La Chorrera
En memoria de mi tío.
Juan Medina Villatoros

Me gustaría ser piedra
para estar siempre recibiendo
ese frescor y esa lujuria de placer en mi cuerpo,
Tú me relajas y mis sentimientos placenteros
se me amontonan, con el golpe de agua que recibo.
                                     
Piedras eternas, rodeadas de raíces
de árboles centenarios,
que se nutren de sus aguas,
y así subsistir, comen y viven hermosas.
                                     
Música  dulce, fuerte y poderosa
la de tu cascada, y desde miles de años
tus aguas siempre frescas, limpias, claras..
                                       
Sentir tus aguas y su fuerza sobre mí
y disfrutar de tu frescor;
pensé en esos momento
en hundirme hasta el abismo
de tus profundas entrañas
y vivir eternamente contigo,
en lo hondo, como una piedra
más, para los siglos.


Antonio Molina Medina

IGUAL QUE ELLOS

Éramos como nuestros abuelos
Jugábamos al corro y a las tabas
Y el agua de los ríos
nuestros cuerpos limpiaba.
Sus cuentos e historias
nos alumbraban la noche,
para seguir siendo niños
cuando ellos nos faltaran.
Eran mujeres y hombre que no se
escondían de la nada,
pues era su compañera
de la noche a la mañana.
Soñaban con su futuro
que, la nada les negaba.
Nos legaron tantos sueños y
con dientes apretados,
nos marcaron el camino
nos ofrecieron su amor y
con lagrimas ensartadas
nos entregaron poetas

que a ellos acompañaban.
Antonio Molina Medina

AIRE Y MUNDO

Vino al mundo probando cosas nuevas.
El aire que respira, denso, lúgubre e insidioso,
le aprisiona por dentro, le oprime, le ahoga.
Trabajoso se impuso y desprendió su corteza.
Encontró vida nueva con aire diferente.
La luz que penetraba por su única ventana
iluminó con sus rayos su vieja cabaña.
Lumbrera insaciable se esparció por ella.
Sus pensamientos vuelan, navegan en nuevos mares.
con una antorcha en sus manos degustando
cimientos de madera que sujetan su alma.
Airea su cuerpo envuelto de ojos…
solo ojos de sueños.

Antonio Molina Medina

LA LUZ

¡Cuánta luz aflora esta mañana!
¡Cuántos sueños trasmite esta ventana!
¡Cuántos deseos de sentir lo que no ves!
¡Cuántos sudores caminar por los caminos
en tinieblas hasta el amanecer!
Pero lo sencillo es lo que más brilla,
y la luz que provocan tus renglones de
letras apergaminadas,
me llenan el corazón de sentimientos,
que, en cascada,
penetran  en mi alma
y salen a borbotones por mis dedos
que ya no pueden dejar de ser
el instrumento de mi corazón.
Aplacado de malos olores
respira y purifica la sangre de mis venas.

Antonio Molina Medina

VIVIR

Hubo un tiempo que llovía
grumos de barro
que cubría su cuerpo.
Lentos eran sus pasos;
el barro acumulado
aminoraba sus pies,
ahogado en su respirar
inmerso de su legado.
Las rosas rojas muy rojas
se cruzaron a su paso
y él se aferro a sus tallos.
Broto la sangre en sus manos
que él cubrió con tiritas
masticando con la sangre
su orgulloso pasado.
Hoy lejano y conformado
mira el camino ya andado
y sonríe trasformado
dejando atrás sus miserias
que desprendió desde el suelo
de un cuerpo acomodado.
Antonio Molina Medina

LA SANGRE MEZCLADA

Ya ves amiga María,
otra vez a dar la lata,
a comenzar... mejor dicho,
a seguir con las palabras que a borbotones
pululan por el aire; sólo tenemos que cogerlas
con las manos abiertas y
el corazón dejado de la mano.
Yo las he percibido por las costas de África,
dando voces y gritos, e impertérritas
acosaban a los que teníamos oídos
que el agua bañaban.


Antonio Molina Medina

Las dos orillas

Las dos orillas
Para el Padre Patera.

¡Qué hermosura de gitana!
¡Qué delicia de mujer!
Que finura tú has de ser,
ojos de limpia mirada.

Algeciras la ‘fermosa’,
la ilustre ciudad que fue.
A pesar de la distancia,
tus recuerdos y tu esencia,
siento dentro de mí;
se me han grabado en el alma.

Miro tus ríos y montes,
piratas contrabandistas
que cabalgan por tus tierras,
tus laderas y atalayas,
tus playas, tu litoral,
y a tus héroes, que un día
pasearon con sus gentes
por ventorrillos, calzadas,
por tus veredas y  plazas.

Ya se perciben tus playas
bajo el sol que nos aplana
de la alborada al ocaso,
esas montañas de África
irradiando en tu Bahía.

Y al otro lado del mar,
ese Estrecho y sus corrientes
que separan continentes
como el filo de una daga.

Tierra polvorienta y dura.
Tierra de amarga pobreza.
Gentes tristes, destrozadas,
que miran con añoranza
la franja que nos separa;
y creen ver el Edén,
y por lograrlo se juegan
la vida en sus aguas verdes,
por alcanzar nuestras playas.

Aguas teñidas de sangre.
Sangre teñida de agua.

Escapando a la miseria
buscan con fe y añoranza
un lugar donde existir
y soñar una vez más
de este lado de las agua.

Antonio Molina Medina


SENTIMIENTOS

"que acelera el pulso y los latidos del corazón,"
se trasforman en tañidos de campana cuyos sonidos se expanden por las tierras castellanas. La luz se suaviza y penetras en mi alma y se queda de piedra, entre la espesura verde, de tantas palabras, las que brotan de tu corazón que, encendido y brioso surte los campos de bellas imágenes…, son más que  palabras: son tus sentimientos que estaban entre el rojo del fuego; sus rescoldos queman y me hago leña, en medio de tu pradera y me hago humo para introducirme entre las nubes de tu cielo y ser tu sombra en el largo invierno.



Antonio Molina Medina

DE CUENTOS

Su casita era muy pequeñita, pequeñita.
Sus habitantes soñaban
chiquito en su pequeñez
con su casita al borde de las choperas
llenas de hojas del maestro de los libros.
A su sombra se sentían felices y seguros,
protegidos por los muros de la sabiduría.
Federico los protegía y,
bajo su generoso follaje,
reían, soñaban, amaban
la divina estela del saber.
Era el pan de su mesa cada día.

Antonio Molina Medina