Y
se suavizaron las sombras de las que
brotaron
nueva luz y dio nombre la
esperanza,
la que brota, en briosas palabras,
que
florecen de sus labios, salpicando su alma.
Sí,
la conoció. Y renovó su alma y
su
cuerpo explosionó, partículas sin forma
las
que el viento disipa, en silencio
que
atrapa su alma, y a su corazón
le
brota la llama, brota con el fuego a
llamaradas,
cuyo amor lo atrapa.
No
pudo contenerse y no quiso evitarlo.
Era
una nueva vida donde quedó atrapado
Qué
importa lo efímero. Lo trivial…
El
presente, cuenta, es amor sagrado.
05.05.22
Antonio Molina Medina