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Playa de Getares-Algeciras |
No
la veía y su corazón con ansia presentía
los
latidos de su cielo en el destierro.
Era
ya viejo y su piel se adormece.
En
su cuerpo se mezclaban
la
alegría y sufrimiento,
mientras
la sal recorría sus mejillas
rompiendo
su entidad, su desconsuelo.
Eras
la luz que se filtró en su alma.
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Valle de Orduña-Bizkaia |
Confiaba
en el corpúsculo de su divinidad
donde
su aliento pertrecho de vida
se
acomodaba dentro de su cuerpo.
El
amor se precipitó dentro de él
mágico
y fiero…
Mendigó
entre sus mandíbulas en el espacio.
La
niñez se escurre por su ventana
precipitándose
como añosas bocanadas.
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Ciudad de Orduña |
La
sangre fluye y voltea buena nueva
y
su corazón se deja atrapar con ella.
Cuando
la escarcha resbala por pestañas
un
amor provoca su locura, que contiene
plácidamente
su enjuta figura y aún viva,
alumbrada
por la vela donde oscurecía.
El
golpe de agua que genera su escarcha
provoca
insistentemente, vías de agua
abriendo
rutas nuevas en su corazón;
grietas
que se enquistan en su cuerpo y
se
aceleran dentro de sus venas.
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Río de la Miel-El cobre-Algeciras |
Las
moscas instalan sus larvas para
quemar
su cuerpo cuyo fulgor abrasa.
Y
los sentimientos se complacen
con
versos, que le abren el camino para
llegar
a ella.
Mudos
los ojos quedan tras
la
vitrina encanecida del tiempo.
Antonio Molina
Medina
24.11.22