Cuando un
manantial
de agua
brota de la
firme roca,
no hay nada ni
nadie
que lo pueda
taponar.
La herida
queda y la
sal quema cual
candela en su esencia.
Y en su alma
se refleja
con hierro de fuego.
Candente
candela.
16/05/16
Antonio
Molina Medina