entre
las rocas, molinos y raíces que
surten
hoy sus orillas.
Y
las caricias preñadas de su dulce agua
que provienen del manantial de sus ojos…
de
la fuerza de sus dedos…, de los versos
que
traspasan, incluso, mis sentimientos,
pues
son producto de su alma. A cada paso
dado
no dado su sombra embellecía todos
los
rincones y recovecos donde el agua
penetraba,
dejando un rastro de dulzura
en
cada chorro de agua.
08/05/17
Antonio
Molina Medina