Y SU VOZ ATRONÓ ENTRE SU GENTE


Plaza Alta. Algeciras
Con voz potente, consciente de la verdad  que sentía en lo profundo de su ser.

Y se acercó a su gente, y, entre niños, amigos y familia enseñó sus cartas

y se puso a leer pequeños textos, breves poemas, de seres que un día existieron.

Su cerebro se agita y se retuerce.

Las letras se esparcían ya que provenían del campo, mientras sus pisadas
que ya no son suyas, agitan la tierra y el polvo de los caminos y
cultiva piel de su alma.
 
¡Tierra mía! Dulce armonía del campo, de siega y recogida de frutos…
Donde lo creado se aprieta entre sus manos aflorando su jugo
que, meloso, endulza hoy su cuerpo.
Parque de los Alcornocales. El Cobre. Algeciras
 
Los surcos del arado, dejan al descubierto los frutos que acarrea con sus manos

y come y bebe, sobre la calor del astro que nos calienta, mientras el aire trasiega

por las hojas de los sembrados donde los vecinos trabajan y miman cosechas

de pan  y vino, enardeciendo sus almas.

La sed estéril se agita y los calla, se asombran y enmudecen, mientras mastican
los ojos de las parras.
 
Caminamos entre ojos que nos observan y nuestros corazones se agitan y se quejan.
Su tiempo se agota y el hambre le puede y le abrasa.
En la añeja cantina, un hombre se duerme y por cuatro monedas, hoy,
lo enmudecen, mientras el hambre penetra en su choza y se hace obligado
gritar sin conciencia … otros le censuran, le roban el amor y el honor y la ira.
Se burlan y rezan a mandíbula abierta. La muerte se agita y se cuela en su choza,
mientras los caminos se agolpan sin tino y en las ciudades se sienten seguros
los que, con monedas, dominan el mundo.
 
Parque de los Alcornocales. El Cobre. Algeciras.
Los políticos se jactan, y se elevan en sus aposentos, por viles pergaminos,
 

algunos sin letras: guerras y destrozos ¡muertes prematura!


Políticos que se creen dueños de todas las haciendas.

Banqueros que expolian y nos roban la sal, seres de corazón de plomo
que  solo defienden su vil metal.

 Por los raíles de la vida circulan trenes repletos de cosechas; barcos colmados
de grano, que terminan en sus aguas para cubrir el expediente de mercados;
otros nos roban con alquileres obscenos; comercios que nos explotan ya que
solo viven hoy los vivos y digo bien "los vivos" que nos saben explotar...
Son gusanos que nos recortan hasta la debilidad que nos retiene con maldad.
Ellos lo saben y  no lo podemos evitar. Y no podemos entrar en su mundo ya que
la vida es un sueño y tiene fecha de caducidad.
Parque de los Alcornocales. El Cobre. Algeciras.
 
Hoy canto y no por capricho. Es porque me rio y prometo. Y contrariado
les miro a los ojos y los veo: son rutinarios, no viven lo vivido.
Por eso escribo, y el que lo imprime se jacta de ello. Y canto y me recreo
encharcado entre brazos y manos, y me siento seguro mirando sus ojos
que atraen mis manos. Entre añejas chozas repletas de cántaros
y crujen las puertas, silban las ventanas de mis prioridades.
Playa de Getares. Algeciras.
 
La historia me atrapa y no se hace sorda. Me silba al oído bellas
Leyendas, doctrinas de antaño, donde el cerebro humano está siempre disponible,
ante la razón, el amor y los sueños que hoy almacenamos.
07/06/18
Antonio Molina Medina