La potrilla no
deja de correr,
y el herrero la
quiere repones
pero ella
resopla y brinca
es la vitalidad
que mana de su vida.
En su vivir y
soñar el herrero ya no puede más
se da por
vencido y la deja trotar
ella se pone a
pastar,
verde hierba
con agua sin clorar,
para reponerse
de un gran esfuerzo,
para retozar
con todo su cuerpo
de ojos negros
y pelo curtido
que se blandea
con un soplo de viento.
En su galopar
arrastra una vida
rescatándola
del barro y la ira
sus poderosos
brazos le izaron del barro
ofreciendo su
cola de cuerda infinita.
Asiendo con
fuerza a la joven potra
cogiendo su
cola le saca del mal
y se enrosco en
ella, como verde hiedra
cuerpo
sumergido.
El agua de mar
con la sal fundido.