COMPARTIENDO SU SILENCIO

Sinovas añeja pedanía, donde mi cuerpo respira compartiendo los silencios.
Los silencios de sus viñas en los campos, incluso en barbecho donde mi mente se admira, envuelta en terrones, en la futura harina. Entre racimos de zumo, que rompen la tarde envueltos en los rayos que brotan del cielo, cual luz divina. Mientras, las praderas cuajadas de años… de siglos… de gentes de antaño.  Ellos me hacen preguntar, serenas ya sus almas:
¿Quién invento las fronteras? ¿Las naciones?… ¿Las alambradas?, que aquí en sus campos no veo.
Las parcelas siguen limpias. Aun los campos en  barbecho, me dejan pasear por ellos. 


Quien se inventó todo esto que tanto daño nos hace a los que aún tienen calor en todo su cuerpo…
Mientras, las mieses se balancean con el viento. Cubren mis ojos añejos, la llanura… La brisa columpia sus cultivos, afloran las flores del tiempo sin barreras, sin alambradas de púas que cierren pasos y cuerpos y los llene de cicatrices. De gargantas que suspiran poder respirar el aire y seguir su aliento; caminando sin barandas por praderas liberadas.  Entre la mies que el buen Dios, nos legó para el sustento de sus gentes, entre sonrisas que duelen, entre los surcos que la tierra riegan almas que aun sienten, bebiendo el agua de sus fuentes.
05/05/16  

Antonio Molina Medina