UN HOMBRE DEL COBRE 2ª EDICIÓN-REFORMADA

Molino de Maza, al fondo: huerta Alfarache (¿1900?)
Cañada de los tomates... Algeciras.



Reencuentro


Hoy me siento triste y solo,
 ya no tengo tu presencia
 pero no me puedo quejar,
 te sigo sintiendo igual,
porque tus recuerdos y tu figura
se me presentan en cualquier lugar.

Subo por el Chorro y bordeo Majaralto.
Hay alambres de espinos,
ya no se puede transitar,
pero yo sigo subiendo igual,
por el antiguo sendero hasta el final.


Trepo por los peñascos
para poder terminar,
me acomodo al borde de los ‘picuruchos’,
rodeado de matorrales olorosos
y tupida vegetación.

Te llamo, estoy triste y en soledad,
los buitres, o ‘pajarracos’,
acuden a mi llamada;
las cabras con su balar.

Y te veo venir a lo lejos,
acoplado a tu noble animal;
galopando desde el cielo,
veloz como el viento,
resonando los cascos de tu cabalgadura.
Te detienes y desmontas a saludar,
con el pitillo en tu boca
y una sonrisa triunfal.

 ¡Qué haces ‘picha’!, me dices.
Te he venido a saludar,
en este lugar tan hermoso
sé que te puedo encontrar.
Pues eres el rey de los cielos
con tu corcel personal.

Por tu amor y gallardía
que nos dejaste al marchar.
Y que nunca podremos
borrar de la memoria
como delicado manjar.


Tú, rey fuiste

Baltasar.
Nombre de rey te pusieron...
Mago fuiste de verdad.
Quien así te lo compuso
intuyó la profecía, pues
un rey ama a su pueblo,
y siembra ilusiones allí donde va.
Tú hiciste todo eso y más,
que rey serás. Seguirás viviendo
eternamente, para los siglos
venideros, para muchos corazones
que lograste enganchar.

Tu espíritu todo lo iluminaba
y no se te podrá olvidar.
Rey de la tierra, en el cielo
y para la eternidad serás
imposible de olvidar.


Ilusión sueño
 

Hoy te he visto galopando
en un hermoso corcel,
de raza pura arabesca,
pues sabías escoger.
No se te podía engañar,
ni que nadie lo intentara.
Me miraste a los ojos,
con mirada noble y delicada.
¿Dónde vas ‘picha’?, me dices.
Yo no sé qué contestar,
es tan espléndida tu figura,
que me embobo en tu mirar.

Voy buscando tus recuerdos,
tu figura sin igual, algo limpio
en quien poderme mirar.
Para poder conversar contigo
de tantas horas hermosas
que pasamos los dos en paz.
 
¡Ya me he ido! —me respondes—,
no me podrás encontrar,
mi tiempo quedó atrás.
Estoy con todos los demás.
Una pregunta obligada,
pues no sé si podré
verte otra vez más.

Estarás con el Gran Capitán,
que como tú fue contrabandista ejemplar;
según cuenta la leyenda
brilló por su generosidad.
Cabalgaréis los dos por la serranía
sorteando arbustos y maleza,
la que tiene nuestra sierra exquisita.
En las noches de luna llena
se te podrá divisar, por esos 
macizos que sólo tu podías dominar.
Tu figura con el resplandor de la luna
se distinguirá con claridad.

Siempre te recordaremos
cabalgando por la sierra,
con tu bello corcel y tu
figura singular. Tu espíritu
nos lo has dejado para siempre
entre nosotros y lo sabremos guardar.


Casta, gallardía, hombría

Domador fuiste de caballos bravos
Que, como ser especial, solo tú podías
llegar a montar.
Fuiste forjador de hombres para la eternidad.
Caballero fuiste como Don Quijote,
que forjaste tu imperio, con tesón,
frialdad, hombría y gallardía.
Hombre de rostro impenetrable,
leve sonrisa, difícil de brotar,
yo diría, mohín sonrosado.

Ojos fijos y penetrantes,
que todo lo veían, presentían, intuían.
Fuiste un líder para muchos
de tu generación y de otras venideras.
Suerte tuvimos al poder conocerte y tratarte.

Hombre generoso como el que más,
los tuyos se acordarán
de tu esplendidez en los tiempos
de la posguerra, con tanta necesidad.
Mi mente se recrea en tu memoria,
siempre te recordaré. Como un manjar
sabroso que pude paladear.
Escuela fuiste para muchos de nosotros.
Grande como el que más.
Tuviste un gran maestro
cuyo nombre fue don Juan.
“Juan forraje” le apodaban,
y era como se le tenía que llamar,
hombre sabio que nos enseñó a caminar.
Fui un privilegiado, un afortunado
que te pudo tratar, porque tu presencia
era para mi necesaria, placentera y grata;
transmitías seguridad.

Canto

Dicen que me vuelvo loco
solo de pensar en ti.
Bendita sea la hora
en que yo te conocí.

Y bendita esta locura
que me ha dado tu vivir.
Sin ella, no sería feliz.
Loco por tu sentir prefiero.
Qué cuerdo, en un mundo ruin.
Sin vislumbrar tu presencia y sentir.

Antonio Molina Medina
 


CONTINUARÁ