REFLEXIÓN

 

Sinovas Aranda de Duero Castilla y León

Termina la tarde y tu cuerpo penetra en las sombras, donde la oscuridad se hace tinieblas y los sentimientos dejan descansar a tu cuerpo.

Esporádico, se adentra entre sueños por las cavidades de la maleza. Las zarzas te atrapan y se pegan a tu piel, provocando en tu silueta el abrazo forzado de la sensación que siente tu piel y la luz ya desvanecida, se empotra en tus ojos restringiendo los dolores que no superan tus sentidos.

Sinovas Aranda de Duero Castilla y León


Mientras, de la oscuridad brotan las palabras. Crecen los latidos de tu corazón que, agazapado entre las sombras, se sustenta de la sangre que genera tu cuerpo cuyo corazón unido a tus venas atrae las sustancias cuyos filtros, degustan lo ingrato y hace de ti un ser con sentimientos.

Cruje la madera cuando caminas. Mientras tu propia sombra penetra entre tañidos en tu corazón para destapar de él las sustancias rancias que poblaban sus canales de riego y vuelas y vuelas por los confines de tu cuerpo.

 

Sinovas Aranda de Duero Castilla y León


Los sentimientos que añejos se acurrucaban inseguros dentro de tu ser. Quizás la vida sea una sustancia que germina dentro de tu pecho. Una sustancia calurosa que te hace sudar con los ojos abiertos y todo lo que encharcan tus lágrimas se hace sutil y curte las rendijas que las baldosas dejan filtrar para sucumbir entre las olas de tu cuerpo.

Mientras la noche, los dolores de parto se disuelven y el germen que meció y sustento tu propio cuerpo hace que resurjas y suspires con lo que un día te dejaron tus ancestros. El orgullo sin pautas ni soles que queman tu alma, sean parte de tu propio cuerpo.

Hoy un sol radiante se sienta en tu ventana y sus rayos se filtran por el cristal de tus ojos para dejarlos libres y con sentido… como agua que brota del caño que nunca se agota…, claridad que desprenden tus ojos. Los que cantan para mi alma.

 

Sinovas Aranda de Duero Castilla y León

"Te adentras en la profundidad de mis sueños"

para seguir dormidos envueltos en los atajos

de tu mirada, que nos precipita a lo más

profundo de tu cuerpo.

El que venero. El que me da vida eterna.

El que tutela mis dedos y comparte tus

pensamientos, que fulminan las miserias

que provocan mis lamentos.

Antonio Molina Medina