CAMINANDO POR SINOVAS
Con un folio entre sus manos ya repleto de palabras bien aderezadas, factibles y humanas de  donde brota la luz la que nos ciega el alma, con el resplandor del blanco de una mirada. Instintivo, un solo rayo de luz se filtra en la penumbra por su ventana, buscando desesperada mente un alma solitaria, un cuerpo que la esperaba, simplemente humana, dispuesta a apreciar lo que de la naturaleza nos mana.

Sonríe mientras camina y ella le acompaña, liberando su anatomía de influjos agoreros, los que insatisfechos entorpecen sus pasos por la inmensa Sabana que nos acoge y nos da señales inequívocas ante su portentosa savia. Somos menos que la nada si no somos capaces de dejar de afrontar por los caminos que transitamos los improperios que encontramos. Las luces de colores que alumbran nuestros pasos no deslumbran los sentimientos que afloran en nuestro caminar en un mundo incómodo y mal preconcebido.

Ya envuelto su cuerpo en la nada, busca dentro de su alma las huellas dactilares ya repleta de arrugas, mientras, el sonido de la campana se filtra en los campos y su música resuena intensa, a lo largo y ancho,  sobre el valle y campiña, por las tierras castellanas, mientras una tenue lluvia, se posa lentamente sobre el barbecho de la Pedanía. Las viñas se desprenden de sus colorantes hojas frisadas por las gotas de agua las que lentamente se deslizan sobre la reseca tierra que generosa la detiene; dejando a su tronco expuesto y expectante,  esperando sereno afrontar los fríos de su invierno mientras un gorgoreo de los pájaros se aleja y se repliega buscando otros aires más propicios del invierno y las ramas enredadas en su indolente cepa, se dejan cortar en la poda para dejar su cuerpo a esperar su nueva primavera.
En la iglesia cae, en el sepulcro de su noche y se adecenta para los focos de luz que la acompaña, mientras, en su eterno, descansan al rescoldo de las melosas y azucaradas almas, mostrando su otro talante, la que descubrimos a través de sus farolas que se reponen insaciables entre luciérnagas, que hablan las que en su Sinovas (pedanía), resuenan entre columnas con su arte.
29/05/17
Antonio Molina Medina