“…boca a boca atrapándole con su dulce sabor”

Cuyos audaces aromas se mezclan impetuosos
en su cuerpo, los saborea con presteza y siente
sus efectos, los que le niegan otros seres que
no sienten ni comprenden que la luz es distinta
entre los seres humanos.
Que los sueños son para degustarlos y comerlos…,
si…, saborearlos complaciendo a su cuerpo.
Y volar entre palmeras que lo regresen al desierto.
Lugar de encuentro, donde está el grano de arena que,
acumulado, llega a sucumbir su cuerpo.
Incapaz ya de dejar su propio desierto.
Descubierto por  la fuerza del viento,
que subleva lo humano y sincero
que su cuerpo reclama y exige por derecho.

16/01/17

Antonio Molina Medina