Su vida le atrae, le incita,
le agita.
Provoca en su alma
sensaciones nuevas.
Quizás olvidadas. Que el
tiempo no corra,
no quiere borrarlo. Sus ojos
son luz.
Luceros del alba, que brillan
en la noche
marcando las horas de vida
apagada.
Labios golosos suaves como
esponjas,
de piel alisada que liberan
piezas,
de plata y de escarcha desde
su ventana.
Su aliento te atrapa, te
hiere le inflama
Penetra en tu alma. Mujer, tu
grandeza
envuelve una vida, supera
distancias
el aire los une, las ondas lo
atrapan
las montañas rugen sonidos
del alma.
Antonio Molina