DE VENDIMIA


 
 
Sinovas-Pedanía de Aranda de Duero
Cogió un racimo de uvas entre sus dedos y su mano se abrió como un pañuelo, dejando paso
a sus granos que, aprisionados con fuerza, se introdujeron en su boca, deslizándose su caldo por la tronera de su cuerpo. Ese dulzor, hoy extraño, que a su cuerpo le sonríe y se hace fuerte de miel, líquido que corcovea por su garganta y se desliza con fuerza al beber.

Comienza su ciclo la estación de la vendimia. Recogida de los racimos. Los vendimiadores, caminan dando la espalda al sol que les azuza, y gira y gira sobre sus cabezas, desde el amanecer al ciclo de ponerse, tras los viñedos y vides los vendimiadores...

La alegría está en sus rostros, mientras las cuchillas cortan los tallos desprendiendo los granos, hoy, silbando de dulzura y fregados por el sol, las espuertas se agitan y se llenan de alegres racimos, las voces retumban, entre las hojas secas.

-Juan, ¡cesto va!, – voces que reclaman.
-Felisa, ¡aquí! – resuenan sus voces.
Todavía silban las coplas de nuestro amigo Virgilio, con su humor a flor de piel:
Sinovas-Pedanía. Aranda de Duero.


“Vino, vinín de la copa, copín de la cantín copa ¡no beberé ni gota!

- ¿De dónde eres?

-De Villa Ramiro. Y vine de Gibraltar.

-¿Dónde tienes la casa?

- En la plaza.

-¡Caramba! junto a la mía.

-¿Y la viña?

- En la cuesta.

-¡Caramba! junto a la nuestra.

-¿Cómo se llama tu mujer?

- María.

- ¡Caramba!  como la mía.

- ¿Y tu hermana?

- Ana.

- ¡Caramba!  como mi hermana…     
 

 Y cómo siendo de Villa Ramiro, vecino de Gibraltar, teniendo la casa junto a la plaza y la viña junto a la mía y tu mujer María como la mía y tu hermana Ana como mi hermana, ¿por qué no nos conocíamos y  por qué no bebíamos juntos...?”
Virgilio.

Los surcos de cepas que labraron tractores en su última cita, clarean sus huecos de los racimos cortados, y se perciben manos que los acarician y los depositan  sin violencia y los dejan con mimo para ser trasportados.

Otros recogen los cestos, o cubos, o canastos… para depositar su fruto sobre las palas del fiel tractor, figura moderna que hoy nos recrea con sus grandes ruedas de molusco en tierra. Mientras, la vieja tierra siempre renovada, tierna y comedida, se deja pisar y sus añejas huellas se placen en suspiros de su nuevo andar quedando las huellas de nuevos campesinos, que cantan y ríen y entre chirigotas de cuentos añejos, leyendas y cuentos. que nos hacen sentir y recordar los años pasados que su propia raza nos hace recordar.
  

“Un gato y un gayo fueron de paseo por la orilla del río y al llegar al puente el gato se cae al agua y dice:
-Mí ahogo y el gayo le dice:
-Kikiris ¡qué hago!”
Virgilio
 
Sinovas-Pedanía de Aranda de Duero
Entre risas y sonrisas sus voces se pliegan a los campesinos mientras la cosecha se agranda y se amontona. Sudan los cuerpos. Chorrean las manos el dulzor que se recoge entre sus dedos y se agitan sus manos como plegarias.

La uva se aglutina y se hace de rogar, hasta que la recogida termina su ajuar.

Quedan los campos cubiertos de cepas y de hojas secas o secándose. Las que el otoño deshoja con su suavidad.

El campo en barbecho se perfila fiel a su tiempo, donde las ovejas y ciervos pueden caminar recogiendo el grano y la paja: la yerba nueva. la que fluye entre surcos del viejo rastrojo, que espera agua del manantial.

Oscurece la tarde y por los caninos aun de carretas y sin alambradas, al paso de pisadas, van los campesinos, seres que cantando aguijan sus rostros y cuerpos y manos cantando canciones de años atrás:

“Vino, ¡qué hermoso eres y  qué  humilde te encuentras!

Todo el mundo te venera y en todas las partes entras. Eres ligero de pies y corres más que un milano; que te subes a la cabeza y quieres valer más que el amo.”
Virgilio.





  
Sinovas-Pedanía de Aranda de Duero.
El polvo se detiene ante sus pisadas y la humedad protege sus tierras, para su nuevo ciclo, para su próximo turno. Mientras la añeja campana de su histórica Iglesia les marca las horas… Toca descansar.

Antonio Molina Medina
24/10/18