¡Que hermosura de gitana!
¡Qué
delicia de mujer!
Que
finura tú has de ser,
ojos de
suave, limpia mirada.
Algeciras la fermosa;
la
ilustre ciudad que fue,
que a
pesar de la distancia
tus
recuerdos y tu entelequia,
la
siento dentro de mí,
se me ha
impregnado en el alma.
Miro tu litoral, ríos, montañas,
bandoleros,
contrabandistas
y
piratas; cabalgaron sus
praderas,
laderas y atalayas.
Personajes
que un día pasearon
con sus
gentes por calzadas,
ventorrillos
y tus plazas.
Ya se perciben tus playas
por ese
sol que nos difunde
desde la
alborada al ocaso,
que
irradia tu bahía
de esas
montañas de África.
Distanciando nuestra tierra
ese
estrecho con sus aguas
que
penetrando en su cuerpo
como el
filo de una daga.
Tierra polvorienta y dura.
Tierra
de miseria, pobreza,
gentes
tristes,
y almas
destrozadas;
que
mirando con añoranza
la
franja que nos separa,
para
muchos el edén,
otros
entregan su alma,
en esas
aguas tan verdes,
que
iluminan nuestras playas.
Aguas
teñidas de sangre.
Sangre
teñida de agua.
Escapando a la miseria,
y
buscando con añoranza
un lugar
donde existir
y soñar
una vez más
para
hallar,
ése rayo
de esperanza.
Molina
Medina