Quemó su cuerpo. Mi cuerpo
entre llamas se consume.
Se trasforma su intelecto
olvidando su pasado,
claro conciso en suspenso.
Otro ser brota en su alma.
Otro se acopla a su etéreo cuerpo,
partiendo de la nada.
Todo lo que le rodeaba
se quemaba como incienso.
Para acompañar sin miedos,
pletórico de plena vida
que atrapó sin repulsión
asiéndose a su mano
con firmeza y decisión.
Sin titubeos ni engaño
sorteando la corriente,
quemando toda maldad.
Entre sus llamas dolientes
quedaba maloliente corazón.
Antonio Molina Medina