“Quiero ser tu fruta prohibida”



Viñas de Sinovas-Pedanía de Aranda de Duero
                    
 
 “Quiero ser tu fruta prohibida”
     Algunos no entendemos de prohibiciones.
    Ni de seres que nos imponen la desdicha.
   Ni de cuerpos que mutilaron los censores,
  ya que el amor es vida, solo vida, donde
  el cuerpo se une a su alma y deja que flote,
entre las sustancias que generamos desde
  la dicha y el placer que nos dieron al nacer.
  Porque la ternura del amor no mata y, si la
Mentira con que algunos tratan de apagar
nuestros sentimientos, los que nos regalaron
  al nacer, sin censores que malversen nuestro cuerpo.
17/04/18
Antonio Molina Medina
 


Escucha al corazón…

Destella un rumor dentro de mi mente, se hace fuerte y versal su forma de sonar… Quizás sean tañidos de campana los que proceden desde la distancia, allá en su pedanía, cuyos secos y tronados sonidos llegan con fuerza hasta las baldosas de la plaza…¡hasta lo más profundo! donde aún queda algo de humanidad. Cansino y dúctil agita hoy su cuerpo y camina por las despobladas veredas, donde todavía se mantienen vivos los saludos que atrapan incluso el aliento, juntando sus melodías con lo profundo del sueño.
Y galopa por la meseta su recuerdo y, sus alas se despliegan por los lugares, donde solo vida y solo sueños trotan mis sentimientos, dejando al descubierto su rostro: el de un potrillo que llego un día lejano a cuidar de nuestro cuerpo. Ágil será su montura. Y sus venas, repletas de energía, llenarán los caminos y veredas buscando con ahínco lo desconocido, ya que cada día despertamos en un nuevo paraíso, capaz de dejarnos a todos como las aguas de los ríos.
 
Silencio y soledad es lo que siente y los pasos son alusiones que el aire borrará, mientras dejo los apriscos a su alcance y las melodías suenan y abrotoñan contra las olas del tiempo.

01.12.18
Antonio Molina Medina

SU VOZ: UN SUSURRO

Río de la Miel-El Cobre-Algeciras

Como una ola volvió su recuerdo,
el que, ardoroso, se filtra en su cuerpo.
Explorando los meandros de sus venas.
Suculento placer que su esqueleto supera.
Un venero de plegarias, de rebujos, los
que a su vida le enseña y no le desdeña.
Impertérrito se desboca en su alma.
Cual suculento placer adormece su cuerpo.
Da soporte a su vida enclaustrada en el tiempo.
Copulando otras vidas de sonrosado fruto,
que el cielo le ofrece, para ser consecuente
con su propio destino, mientras;
el tiempo le sustente, acunando a su niño.
14/05/13
Antonio Molina Medina