CARTA A LA VERDAD

Me siento pequeño candil de minúscula mecha,
pero capaz de alumbrar a una Dama.
Un gato con botas, que mira con lupa.
Su catadura moral, su condición humana...
Poco que decir: poder seguir alumbrando,
que su llama no se extinga, atendiendo.
Y dormir entre sueños.
Que su llama de fuego acompañe y le guíe,
por senderos, repicando campanas,
que los oídos acojan.
Ya no sabe lo que es ser generoso y,
lo poco que tiene, lo ofreció: el corazón y
su sonrisa. Son producto de su brisa,
sin ella quedaría atrapado en un mundo irreal;
donde no canta el gallo, ni trepa la ardilla,
ni el águila vuela.
Las golondrinas están prestas a volver otra vez.
El ciclo se repite y el amor no deja de brotar.
Es imposible el olvido, el amor el querer...,
del corazón humano.
Con los ojos del alma y su cuerpo varado
en remanso del río, esperando una tormenta
que lo saque a rodar entre turbulentas aguas.
Donde olas misteriosas, lo arrastren a la mar.
07/10/16

Antonio Molina Medina