Antigua plaza de toros de Algeciras |
Sería sobre el año 1.95… Se había terminado la tarea de un día de trilla en la era Del Cobre. Algeciras, una familia con sus hijos y allegados, como sobrinos y nietos de un matrimonio cuyos nombres eran Juan y Catalina habían terminado, al anochecer las labores de la trilla del trigo por ese día subieron la cuesta hasta su morada, para asearse y degustar algo de cena. Después de comer lo que les pusieron las mujeres de la casa… y con el permiso de los jefes de la familia, los jóvenes, decidieron ir al cine, en el pueblo, y los más menudos (siempre con la oreja puesta) escucharon y así se enteraron de que se iban al cine esa noche. Un niño que escuchó la conversación, como venía de fuera, tenía en aquella ocasión unas pesetas que su madre le había dado pues acababan de llegar del norte a pasar una temporada con la familia, como así lo hacían todos los años y, ni corto ni perezoso, se escapó tras ellos andando por la vereda del río de la Miel hasta Pajarete y pasando las vías del tren,
El Cobre-Algeciras |
A partir de aquí caminó por el balastro de la vía adelante hasta llegar a Algeciras pero, al tratar de conservar la distancia con ellos para que no le viesen, en un recodo, los perdió de vista y no se le ocurrió otra cosa que, ya que estaba en el pueblo, y tenía unas pesetas en el bolsillo se acercó a la plaza de toros de la Perseverancia en la que, por las noches, se daba cine de verano; saco su entrada como todo el mundo y se acomodó en las sillas delanteras para verlo mejor.
En ese momento empezó a darse cuenta de que se encontraba solo y tenía que volver muy tarde y sin compañía, pero la tentación de ver una película del oeste y de indios y caballos podía más que sus miedos. Se apagaron las luces de la plaza y comenzó la función; todo esto sin darse cuenta de que a su lado se había sentado un señor mayor con una cesta (recuerda que era de mimbre, plana y alargada) de la venta de productos caseros. Dicho señor, justo al empezar la función, le empezó a hablar y preguntar que si estaba solo y, el muy sincero, le decía que sí; que de dónde era y él contándole toda su vida le dijo lo que le había pasado con sus primos... En fin se lo estaba poniendo en bandeja. Se calló el señor y al rato le dice estas palabras: "¿Niño te gustan los helados? “ Él, como niño que era, le contestó que, "¡sí mucho!" y acto seguido le dijo: "¡mira, ve y compra dos, uno para ti y otro para mí!-"De acuerdo". Y él, con la inocencia que todavía tenía, se fue a comprar los helados y se los trajo, "Toma cómetelo" le dijo, pero él no estaba tranquilo.
Río de la Miel-El Cobre-Algeciras |
Algo a él le empezaba a no cuadrar. Y efectivamente, al poco rato sintió una mano que le apretaba el muslo derecho y se deslizaba sobre sus partes. Aquí saltó como un rayo y salió corriendo entre las sillas por el centro de la plaza a la calle; miró para atrás y vio que el señor le seguía, corriendo detrás de él. Y el niño salió corriendo y cuanto más corría, se percató que iba sin rumbo fijo. Pero reaccionó y recordó que en el cine Fuente Nueva estaba su primo Paco de portero y salió, como un cohete, en dirección al lugar. Llegó sudando y tarde al lugar y su primo le dijo "¿Qué haces por aquí y solo?" él no se atrevía a decirle nada. Para él, todos los hombres le iban a hacer lo mismo y se asustó, pero miró para atrás y el hombre ya no estaba, por los alrededores, había desaparecido. Lo recapacitó mejor y le saludó y le pidió que le dejara estar con él hasta que terminara la función y su primo con buen criterio le dijo que no, que se fuera con su tío que lo estarían buscando… (serían las doce menos cuarto de la noche) y ya le dijo que se marchaba para Chorrosquina, con su tío que estaba durmiendo en la era.
Chorrosquina-El Cobre -Algeciras |
Cruzo las
calles hasta la Bajadilla y, a paso ligero caminaba para el Cobre donde estaba
ubicada la era de su tío, y al pasar por el puente de madera del Llano de la
Junquera, dejando a su izquierda las chabolas de hojalatas y cartón en las que
el silencio, era interrumpido por los ladridos de los perros, de pronto, se
sobresaltó porque alguien le llamaba. Miró para atrás y divisó a un hombre
corriendo, y lo curioso era que le llamaba por su nombre: "¡niño!...
¡niño!..." Después de la mala experiencia salió corriendo otra
vez ¡que las piernas le daban en el culo! Pasó y cogió por la vía
del tren, y el balastro de las vías del tren se las comía, porque el hombre se
acercaba poco a poco. De pronto, sintió voces delante de él, y se sintió morir:
¡ya estaba listo: por delante voces, y por detrás le llamaban por su nombre!
Dejó de correr y esperó pues los que venían, estaban encima ¡Y se le alegró el
cuerpo! Una de las voces le era conocida, era la de un futuro primo,
Paco, con otros amigos que venían de dejar a las novias. Acto seguido se
quedaron sorprendidos de verle a esas horas y solo; y él les relato lo que le
había pasado y en ese momento se acercó a ellos el que le venía siguiendo y
llamándole por su nombre y le dice "¡joder ‘niño’ como corres!" Y él
niño, que no quería compañía, le dijo: ¡qué susto me has dado!" Era otro
primo, Enrique. Y cuando acabó de contar lo que le había sucedido las
carcajadas fueron grandes y él, que solo pensaba en que lo tragara la tierra...
El Cobre-Algeciras- Años 60 |
Ellos se
marcharon para el pueblo caminando por el balastro, y Enrique y él siguieron
caminando y charlando en compañía hasta llegar a Pajarete, donde Enrique se fue
a su casa, en la cañada, y el niño se acercó, atravesando el río de la Miel, a
una era que había al otro lado del río, pasando por las piedras que usaban las
lavanderas de la zona donde muchas veces lo hacía su madre, y también cogía
agua para beber de debajo del puente de las vías del tren, en una fuente que
existía en dicho lugar; de pronto le salió al paso Jaime, el marido de su prima
Catalina, y le dijo lo que le había pasado y que le dejase quedar a dormir en
su era y que, si no, se quedaría donde su madre, que estaba a cien metros de la
era, en la casa de su tío Antonio. Y Jaime con muy buen criterio le dijo:
"mira, coge el río arriba y vete para arriba, que tu tío está loco
buscándote" . Y le dijo que le daba mucho miedo, sobre todo los chaparros
que surcaban el río que con sus ramas colgando parecían los brazos de los
duendes con que tanto les asustaban de niños y, a pesar de todo, caminó por la
vereda de la Trocha, río arriba con sus miedos. Y, de vez en cuando, se detenía
y miraba para atrás por si algo se movía ... el miedo le atenazaba las piernas
y cada vez andaba menos. Pasó un arroyo que venía de la ‘Rejanoza’, poblada de
chaparros, dejando el chaparro de los ‘asientos’ pegado al río y, por fin,
divisó la era y las plantas de maíz que verdeaba por la alambrada, y vio gente
de pie y hablando. Y ellos giraron la cabeza para observar y lo vieron
llegar...
Bahía de Algeciras |
Pero todavía
no habían terminado sus pesadillas esa noche: antes de llegar a la angarilla o
puerta de entrada de la era, le advierten con una voz de que, en la estaca de
la angarilla, han clavado una larga serpiente que han cogido por la noche y,
efectivamente, allí estaba sujeta por la cabeza y su largura llegaba al suelo,
levantó el alambre que habían introducido por la estaca para sujetar la puerta
de entrada y saltó al pasar y se adentra en la era mientras su perro le
rozaba las piernas moviendo su cola, hasta llegar al ‘chozón’ donde le esperaba
su tío con cara de pocos amigos. Después de recibir una reprimenda por el susto
que les había dado, le hicieron la cama en la paja recién aventada, le pusieron
tres orcas de madera engarzadas entre sus dientes en forma de ‘chozón’ cubierto
con un capote negro para el rocío… y se tapó con una manta, cubierta con otro
capote, para resguardarse del rocío de las noches estrelladas, que no le mojase
la cara, y se quedó dormido contemplando las estrellas, cercano a su lecho
improvisado, dormía el trillo dispuesto a seguir rodando en círculo, en cuando
apareciese el sol del nuevo día… Y se quedó dormido hasta que los rayos del sol
les despertaron anunciando un nuevo día.
09.12.21
Antonio Molina Medina