GRANADA



Sierra nevada, nieves eternas
corazones contraídos de angustia
que transitar por tus laderas:
lagrimas fluyen de ojos que la contemplan,
ríos de agua clara se deslizan por ella,
como blancas estrofas de silencios
llegándose a formar con ellas
cadenas de pasiones
en esa blanca serranía.
Mulhay Hasem rey moro le pusieron.
Cerca de ti, esta el Veleta,
cual rocas perpetuas forman sus figuras.
Como celosos guardianes
protegen la ciudad de las miserias.

 
Tu imperecedera novia, Alhambra
brilla replegándose perenne en su ladera.
Montaña roja de imagen inmortal
ensamblada cual mosaico
por el brillo y esplendor que destelle tu figura
¡Qué buen hacer del rey moro!
¡qué traición abrió las puertas!
Solo así el rey cristiano pudo ¡al fin!, entrar en ella
Mancillada, despreciada
comenzó su decadencia...
pobre ciudad conjuntada.
Una enfermedad maligna
penetró por sus murallas,
ya piedras muy poco a poco
monumentos, atalayas,
joyas, fuentes lentamente desecadas
en nombre de una civilización
que nos decían,
próspera y civilizada
y para hablar de futuro
entierren tu pasado como al Darro
para que en el olvido se ajen su recuerdo y su hermosura.

 
No olvidaremos tus murallas tus portones
que en las noches se cerraban
proporcionando cobijo
al caminante que en ella penetraba
tu recuerdo me queda imborrable
para recorrer por tu pasado y tu gloria
los encuentros de tu historia.

 
A la Virgen le pusieron de la Angustia,
por la angustia que su gente en su desnudez
sufrieron en sus carnes aun calientes.

 
Quedando sus nombres para el recuerdo
entre su manto negro e inmaculado,
como leyenda de historia y recuerdos.
Hoy los que viven en tu regazo
lo mismo que los fieles de la Vega
que se arropan en el contorno de su manto
alrededor de tu sombra de alabastro,
y a los que un día nos desterraron lejos,
de tu real figura;
y que supimos atesorar en la
retina de los ojos, tus lágrimas
que, caen como perlas por tus mejillas
que recogen las golondrinas
y hacer con ellas tu corona,
con dolor cargan los que amaron
esa tierra, su ciudad y su cultura
con su Alhambra recostada en la colina
que brillando esta como una esmeralda,
con su relucir por todo lo ancho de tu Vega

 
Después de toda una vida consumada
volver a la ciudad es alegría:
andando, paso a paso como un ave peregrina
que no logra encontrar donde poner su nido.
Muchos son los que buscan su cobijo,
y su pasado les incita
siguen siendo súbditos extraños.
Se les recuerda su origen
y no podrán enraizar sus vidas.

 
Floreciendo como ciudadanos de este mundo,
con todas las virtudes y miserias,
que en esta vida los sin tierra se encontraron
por esos avatares de la vida
que tan duro les afirma y atormenta
que solo les dejas volver despacio la mirada
y ver ese sendero que dejaron
lleno de nombres con sus vidas,
sus recuerdo y perenne figura.
Que la historia una vez más,
nos resuena y nos vislumbra.

Antonio Molina Medina