Tus piedras tiran.
Tiran sus gentes y tu
hermosura.
Fluyen de tus calles y tus
callejas
vientos de cielo, vientos de
tierra.
Tus monumentos y tu soltura
mecen los sueños del
caminante.
Perderse en ella es la locura
del que a ti se acerca a
escudriñarte.
Buscando sueños y sus
vivencias.
Campos repletos de vida
propia
donde deambulan los labradores,
buscando en ellos
supervivencia
para el duro invierno que
esperan.
Pero el buen Dios a ellos no
deja.
Antonio Molina