ERA UN 9 DE NOVIEMBRE CUANDO BROTO PRIMAVERA


La muy noble y leal ciudad de Orduña


Para ti noble juglar, que prevaleces en el tiempo.

Tu sabia sigue viva, enterrando con ella

la mala semilla. Disfruta de tus años primeros,

los que yo recuerdo, los más sinceros.

Aunque tu vida fue transparente

como el agua que bebían los bueyes en la corriente,

de un tiempo añorado pero muy presente.



Era un nueve de noviembre cuando broto primavera

la que recorre briosa por la sangre de tus arterias

dentro de un cuerpo firme y seguro

y que riegan una mente lúcida y serena.



Superaste una guerra fraticida.

Superando después una posguerra incongruente

que junto al tétano que infestaba los aledaños de tu vida

tuviste que sortear y encarrilar con gallardía.



Noble juglar que dura fue tu vida

junto a tu voz cebrada y viva

y tu estructura que firme aún perdura

con tus noventa años y sin fisuras.



Tu espíritu no se doblega con el tiempo.

Tus ideas son de piedras fosilizada.

Los noventa años de tu subsistencia los has cumplido

con aquellos que sembraste la semilla.



Sé feliz noble guerrero.

Tu mirada es torpe, pero miras a los ojos

como los bravos guerreros,

vislumbrándose en ellos lo que vieron de bueno.



Hoy recoges con mesura lo sembrado,

superando las inclemencias del tiempo

y que junto a la belleza que raptaste con tino

que te ha sembrado de rosas tu camino.



Con el laurel que cubre tu cabeza

de noble trovador y ser entero,

llenas de gloria la ciudad que cohabitas

con tus pisadas, las que surcan por sus vías.

Antonio Molina Medina