A NUESTRO RELOJERO MAYOR DE LA IGLESIA DE LA PALMA (ALGECIRAS)


José Luis Pavón (Relojero Mayor- Algeciras y Antonio Molina
 
Me he levantado temprano
sin pereza, con ilusión,
mirando entre los zapatos y
solo encontré carbón,
pero al romper un pedazo
me encontré su corazón;
permanece aún latiendo
laberintos de la vida
con trabajo e ilusión.
 

Latía fuerte ¡el puñetero!
bramando cual toro bravo
envistiéndome por dentro
mi relojero mayor
me visitaba de nuevo,
me traía la ilusión.
 

Llegó a Algeciras con un año,
lo mismo, a mí, me ocurrió.
¡Grata coincidencia! ¡Savia! que
hemos mamado los dos, sus aires
nos atraparon, de sus campos la calor.

 
Un hecho poco importante, hace años ocurrió.
Enseñabas orgulloso tu obra
de la torre, el reloj, en la iglesia de la Palma.
Cómo resuena en su fuente y en su plaza mayor.
 

Tu ilusión te abstraía
todos, a ti te miraban,
yo, más que al reloj, observaba
el amor y la ilusión que
en tus ojos, desbordaban.
I
Fue un año muy importante.
Tú, quizá, no lo supieras;
a tu lado se encontraba
la mujer que yo amaba,
aquella que me parió
siendo niño me guiaba.

 
Con que ilusión te seguía
por la torre de la plaza
no se perdía detalle
de lo que de tu boca hablaba.
Tal nobleza su mirar
le florecían los recuerdos,
los reflejaban sus ojos
¡ay niñez! Niñez añorada.

 
Con que ensueño me contaba
lo que aconteció en su día,
siendo aún ella muy niña
en los bajos del reloj,
al toque de sus campanas
en el banco de la iglesia,
en la iglesia de la Palma.
 

Era el año veintisiete,
una boda celebraban
ella iba acompañando
a su hermana más temprana
en matrimonio entregada,
siguiendo tus explicaciones
¡todo eso, lo recordaba!
 

Por lo estrecho de la sala
te perseguía en tus pasos.
Con que fijeza miraba.
Con qué viveza seguía.
Con qué ilusión escuchaba.
 

Mi querido relojero
sus recuerdos te delatan:
una tarde calurosa
en la torre de la plaza
explicabas tú muy serio,
con qué cariño limpiabas
las piezas de tu reloj,
nosotros así el sudor
de nuestra piel, que brillaba.
 

Tu corazón me provoca
el recuerdo me atenaza,
tu voz resuena en el tiempo
tic-tac, palpita el reloj
a la vista de su plaza.
 

Mi querido relojero,
repica tu corazón y
me devuelve el sonido
de un músculo de recuerdos
con muchos compartimentos
de vez en cuando abro
recuperando recuerdos,
los que tú me provocaste
en la torre del reloj,
pieza a pieza su estructura
majestuosamente uniste
para orgullo de sus gentes
de la iglesia de la Palma,
de su plaza y de su fuente
en la ciudad que tú amas.

Antonio M. Medina