CLARIDAD

Enciendo la luz y sólo veo oscuridad.
Algo imprevisto restalla en mi cerebro,
son las neuronas que sigilosas
me despiertan presurosas
por caminar sin pausa.
Lentamente recorro tu cerebro
y me encuentro con seres
de otros tiempos.
Me saludan.
Los saludo, y me
pongo a caminar con ellos.
Pletórico de sueños,
me aferro a tu mano,
me enrosco en tu cuello.
Silban los olivos.
De los nidos, me cabecean
inquilinos y yo sonrío y me río,
mientras el viento soplando
me azota la cara.
Me agarro más a tu mano,
a tus dedos de plata,
entre sueños de sábanas
repletos de porcelana.
Antonio Molina Medina

Con los dientes afilados

Con los dientes afilados
rasgaba el cuerpo la fiera.
Sus ojos hidratados
suscitaban sus maneras.
Eran los vientos del norte
con frialdad manifiesta
que su anatomía suscita.
Las estrellas apáticas
iluminan cual linterna.
Entreabriendo los párpados
descubre entre veredas, camino del llano,
su sombra como se aleja
Sonreía la luna. El sol la anulaba.
Antonio Molina Medina

QUIERO SER

No sé ya quién soy
No sé lo que busco
Ni quiero, ni querré.
Quiero ser una piedra
Un caballo
Una rosa
Una fuente
Una serpiente
que se enrosca en sus pies.
Amor persistente,
rimbombante,
insistente al querer.
Lo sé:
yo no sé lo que quiero ya ser
si al final del camino
aparece la vida
mezclada con su muerte
de todo lo vivido
que agita su interior
se remueve,
se excita
la muerte se aleja
al mirarla de frente
masticando su sabor.
 
Antonio Molina Medina

UN 19 DE OCTUBRE

Entre ventanas y
mecidos por el viento,
los recuerdos afloran del pasado
percibiendo ruidos de escaleras,
de botas con tachuelas
y fusiles disfrazados.
Sorbo a sorbo, el café se
ingiere a media tarde
entre voces por pasillos
sus corazones tañendo.
En el patio formando están
sus cuerpos, sus manos
en sus hombros
en filas de uno a uno.
Su charla se enriquece
mientras sus manos
pasan las hojas de un azul
celeste corazón.
Son los versos que ya
no tienen sombras,
verdes como la hierba de su valle.
Sorbo a sorbo saborean
el contenido de sus tazas,
para seguir caminando
a lugares que recrean
su existencia, observando
los niños en su fuente.
Menudos cuerpos se deslizan
contra ella, para beber su agua
que entre sonrisas y fiesta
les atrapan en su plaza.
 
Antonio Molina Medina

CORAZÓN

Corazón, corazón...
¡No corras tanto!
¡Deja de latir
con tanta fuerza!
Que la Luna está
pletórica de luz
y los sueños
me huelen a Candela.
Cual llamarada
brotas en mi costado,
imperioso músculo,
‘atrapador’ inimaginable.
 

Antonio Molina Medina

PLAZA ALTA

Con los ojos entreabiertos paseaba por la Plaza Alta.
La campana de la torre me recuerda
que el tiempo no se detiene. Las palabras revolotean
por mi cabeza tropezando unas con otras.
Contemplo los bancos de piedra,
de ellos resaltan figuras añejas. Veo a Don Quijote
montado en corcel, y su Dulcinea se ríe con él...
El intrépido Sancho montado en su Rocino,
con su panza al viento, mientras los cañor de agua
de las bocas de sus ranas dan de beber a las bestias,
que en riata se acumulas de los cortijos y sierras.
Las sombras de la noche se esparcen por la plaza.
Me sonrió y caminó buscando la choza.
El catre de hierro y colchón de paja,
que mi cuerpo se posa de un tiempo cercano…
Por el estrecho, resurge el viento
entre el Poniente y Levante,
embestido por sus olas.

Antonio Molina Medina

FELICIDAD

Yo no me asusto de nada,
y menos de un corazón
que busca la liberta.

Y si muerdes me da igual.
Los mordiscos que me des
serán de lino-algodón,
suaves como la paloma
y verdes, verde trigal.
 

Antonio Molina Medina

DESPERTAR

Amanecí con
dos
luceros.
Eran la
luna y el sol.
Se saludaban
entre
ellos.

Dos
caballos
cabalgaban
por la sierra.

Dos
mujeres iban en ellos.

Dos
hombres
caminaban asidos
a sus colas.

Dos
ardillas
me vigilaban
al pasar.

Dos
centauros se reían
en mis sueños.

Dos
arados penetraban
la tierra
dando forma
a las grietas
de mi cuerpo.

Acongojado
me aferraba
al olivo
que,
entre
dos
nidos,
las tórtolas revoloteaban
vigilando
las crías
del mal cazador.

Antonio Molina Medina

 

AGUA Y RÍO

Son las diez cuarenta y cinco.
Mis pasos se detienen en su río.
Él me contempla, me reclama.
El croar de las ranas me solaza.
Mi presencia contiene sus cánticos.
Soy un extraño en su habita.
Paso al silencio.
Mi respiración se suaviza.
Reposo mi cuerpo. Silencio.
Contemplo su agua.
Hoy pasa turbia, lenta, en calma.
Ella me sonríe en esta
esplendida mañana.
Azuzo el oído y la yerba me habla,
su verdor me engulle, me abraza.
Como un cuáquero perdido en
sus orillas el río me llama.
Me acompaña. Es generoso.
Le sonrío, alcanzando
mis manos sus aguas,
calmando mi sed,
cubriendo mi cuerpo
de esperanza.

Antonio Molina Medina

 

Querida amistad:


“La poesía sirve para expresar lo inexpresable, sirve para hablar de lo culto, lo secreto, lo sagrado. La poesía es un fin en sí mismo, el único fin posible. La poesía solo es poesía cuando revela lo más profundo de tu alma…, no el alma del lector, el alma del poeta.”

SAHAR DELIJANI. (Teherán)

 

Querida amistad:

... soy incapaz de desprenderme de ella ya que me aferro con firmeza a su cintura, saboreando inconscientemente las sustancias que manan de sus letras y aspirando su aroma, deja mi alma repleta de sustancias mañaneras.

Sé que no podré dejar de sentirte y, abundantes veces hablarte, con palabras que yo solo entiendo, las que provienen de mi espíritu, para constar y comunicándome contigo con conversaciones de un gran valor humano, ya que, estas tan cercana, que muchas veces mi corazón se sobresalta y piensa mirando a los lados, que estas a su lado.

Como ave de paso me aferraría sin miedos, para que me trasportes a esos lagos, que entre montañas se hayan; sin calzadas que puedan llegar a nuestro lado ya que la naturaleza estaría a nuestro lado para que las palabras que, motivadas fluyen del alma y el corazón ya no trata de transcribir. Solo las yemas de los dedos son capaces incansablemente de soportar las delicias de sembrar sin arado en la tierra quemada, para envolverse en ella y:

Ser invisible y sensible, para adherirme al aire que respiramos. Volaremos sobre el bosque y mojaremos nuestro cuerpo en las aguas dulces que probándolas, nos harán mucho más seres humanos.

 

Hoy, entreabriendo tu ventana,
un soplo de aire fresco se me introdujo
en el pecho y mis pulmones desabridos,
soltaron lo insano que había en ellos para,
inhalar tus plegarias. Tú ya nunca serás extraña.
 
En el bosque de mis penas esta siempre tu alegría,
esta cogido mi cuerpo aterido de memorias
dominando toda mi pradera, con recuerdos
añejos, los que tú aliento me deja.
 
La luz de mi entendimiento se dilata cuando leo
y tus versos me dominan, hace posible que mi alma
se deje fluir por el agua que corre por tus venas.
 
Ya no sé si es alegría, o será lo que yo siento,
pero aun sin luz yo te leería, ya que tú eres sentimiento,
el que no encontré en mi vida, ni en caminos recorridos
cuando me faltaba el aliento.
 
Qué grande es tu corazón, y que grandeza tu alma,
ya que siento tu interior y me acomodo sonriendo a
la sombra de tu árbol buscando sombra y calor.
Para rebuscar en  tu cuerpo ese punto de fervor
que dan los  sentimientos que atrapan el corazón.
 
Sin introducirme en tus ojos...
Sin penetras en tu cuerpo.
Sin rodear los ríos aunque me
ahogue por dentro, porque
tienes corazón. Tienes alma y
mucha vida, la que sustenta
mi alma y, mi savia yo daría
por compartir una miaja de
la tuya, ya que la mía se agota
envuelta en sueños de amor
que recobre entre tus versos
que a mi alma envolvieron.
 

Miras por la ventana y los pájaros te sonríen, ya que la intensa luz que brota incansable del espeso bosque de Robles, el aire de sus hojas se pliega en tu rostro y te hace de fuego y se hace plegaria.
Gracias María.

Antonio Molina Medina

 

MUJER

Del amor nada digo
y del querer


no más mentiras.
Sólo el agua me lava la cara
y, mi cuerpo. Se llena de vida
en sus poros gracias a esta
dicha entre rocas de esencia.
Mi corazón ya no cuenta conmigo.
Los sueños son de fuego y de vino.
Todo lo demás es mucha vida,
sólo vida y muerte sin tapujos.
Mi frontera será,
mi propia vida.

Antonio Molina Medina

SUS OJOS



Mis ojos ya no te miran,
residen en tu interior.
Ya no te observan por fuera,
se introdujeron cual particulares,
y fueron a través de tus venas.
 
Con una simple chalupa
recorrí millas enteras,
pozos y charcos de sangre.
¡Qué hermoso tu corazón!
Zumbador marca tu cuerpo.
Traspasador de fronteras.
¿Qué más se le  puede decir
a ese chorro brotador?
Peregrinan primaveras.
 

Antonio Molina Medina