UNA REUNIÓN EN LA SIERRA


El sol está en el ocaso, y va transponiendo
por el borde de la sierra; los últimos rayos
se manifiestan en mi rostro que esplendoroso me ciega,
dando paso a la penumbra por toda la pradera.
Sentado yo me encuentro en un terreno abrupto
en el mismo borde al final de su ladera.
Mis pensamientos se funden con el paisaje,
mis ojos contemplan con nostalgia,
una verde primavera.

 
Soñar no cuesta dinero,
los sueños son satisfacciones
y no dejan de ser sueños.
Por techo tengo el firmamento,
la Luna y las estrellas;
la Luna brilla con fuerza
iluminando el terreno, como
sí de un gran foco de luz se tratase
y así, poder entre la oscuridad,
un sueño poder consumar.



 
Mirando establemente con todos mis sentidos concentrados
al final de nuestra sierra, los picos que resaltan
como cabezas de piedra que un día quisimos coger
y ascender por su ladera. Algo se agita en mis
entrañas, siento una gran necesidad, sigo mirando
a la sierra, ¡algo hermoso va a pasar!
Crispada tengo mi cara, mis labios se comprimen,
se endurecen uno contra el otro, sin poderlo remediar.
La mirada firme, fija, penetrando observo todo el terreno
con un objetivo a alcanzar, esa sierra que
una fiesta en ella se va a celebrar.
 

Miro a mi alrededor y unos alazanes veo pastar;
en silencio me aproximo a uno de ellos, y sin más,
lo acaricio con cariño suavemente, rozando con la yema
de mis dedos por su ancha frente; miro sus ojos fijamente,
nos cruzamos la mirada, se deja acariciar,
lentamente me arrodillo para poderle quitar la traba
que tienen sus patas delanteras el animal,
se la coloco en su cuello asiéndola con mi mano,
y lo acerco a mi redil.
Le mimo con mis caricias y mensajes de amistad,
él con su fuerza y destreza me tiene que conducir,
a ese lugar tan soñado, que es la sierra del lugar.

 

Le coloco la cerreta, el hierro del bocado con
mucho mimo le introduzco en su boca.
La silla ya esta ajustada, estoy apretando la cincha
que abarca todo su vientre, liberando su cola
para poder cabalgar. Me coloco las espuelas, las
zahonas tengo puestas ya; unas tijeras de cortar alambre
que introduzco en mi morral, ¡qué voy a precisar!
 

Montándome en mi Lucero e iniciando el caminar
en dirección de la sierra que una fiesta va a empezar.
En la mitad del camino me tengo que apear
para cortar las alambres que en la sierra
han colocado barreras para no poder pasar,
que no nos dejarnos soñar.
Corto con mis tijeras esos alambres con púas,
que tanto daño hace a los animales que deambulan
por los campos, retozando para gozar la libertad.
 

De niño yo caminaba, sin alambradas ni puertas
que interceptas las calzadas a esa sierra sin igual.
Vuelvo a montar al caballo, mi Lucero no se enfada,
bien sabe él esta fatalidad. Camino hacia la sierra,
pues algo hermoso va a acontecer: en la mitad del camino,
me cruzo con un pastor, me saluda y me expresa sorprendido:
-¿Qué haces por aquí chaval?

 
Yo le digo sonriendo ¡una fiesta va a empezar!
me lo han dicho unos conocidos. ¡Allí! en lo alto del majal!
-Él  se sonríe y testifica, ¡algo he percibido yo al pasar!
hay sonidos de guitarras, panderetas y timbales,
cascos de caballos que tronaban el lugar
y algún cante por flamenco, quizás
¡la fiesta haya comenzado ya!
 

Espoleo a mi Lucero, no sin antes saludar,
dar gracias por la noticia y al evento poder llegar.
A pesar de la luminosidad que la Luna llena nos da
que produce tanta claridad, mi caballo
da un traspié, es un poco natural, muchas
piedras, mal camino, difícil para los cascos
de este hermoso alazán. Se ve el final del camino
la cresta se empieza a divisar con claridad.
 

Divisando las cuadrillas que en plena fiesta se encuentran;
con apasionado interés lentamente me aproximo
todos me miran al llegar. Yo no salgo de mi fascinación,
he hecho mi fantasía realidad ¿Es mi gente? repito.
Atendiendo los suaves romances que esta dando,
Don Alonso el del Cepillo que nos deleita con su arte;
las guitarras rasgan en la noche con su sonido peculiar.
Suena la de Julián Arcas, también la del Maestro Patiño,
que junto a la de Paco de Lucena, seducen todo el lugar.
 

Se acercan otros jinetes, ¿pero si es Baltasar?
Desciende de su caballo, nos saludamos sin más:
-Te voy a presentar. Este que está a mi lado es
el tío Mollino, ¡tú te tienes que acordar!
¡Cómo canta el condenado! ¡Qué gitano más cabal!

 
-Te presento a Juan Talega, Falconeti, al gran Antonio
Mairena y a Manolo Caracol y que junto a Camarón, 
el cielo de cantos llenan sin llegar a descansar; y me
indicas que en la gloria ¡cantes hay! por todo lo amplio
del cielo. ¡Yo creo que mucho más!

 
-Mira aquí está tu gente, se me escapa un suspiro,
de mi boca salen las palabras que tú me vas a contar.
¿Si es Manolo? ¿Si está Pepe? Y Mari Luz ¿dónde está?
Por ahí esta con tu tío, que de la mano siempre van.

 
El círculo se hace más grande, la “candela” arde ya;
se acoplan los cantaores al oír las guitarras arrancar.
El cante por Peteneras, Seguiriyas, Soleares.
¡Dale más Livianas Juan! Y esos fandangos María,
que tú los sabes cantar, como lo hacías aquel día
que estabas tan enfada.
 

La noche se está acabando, la alborada llegando esta.
Nos tenemos que marchar, me dicen los componentes
de esta hermosa acampada. Se acoplan en sus caballos
no sin antes apagar la “candela” que habían hecho
“pa” poderse calentar. Se despiden de mí todos
con destreza y humanidad y me dicen al oído,
¡nos volveremos a encontrar!
por los caminos de esta sierra tan difíciles de sortear.

 
Voy en busca de Lucero, triste y en soledad.
Antes de transponer  por la cuesta y que se percaten
de mi ausencia mi familia y los demás; asegurando la cincha
por si se ha podido aflojar; asiendo con firmeza las riendas
de un salto me acoplo al animal. Espoleo a mi Lucero,
con una gran suavidad, nos filtramos por el “boquete”
que hicimos para así poder acceder a esa sierra singular.

 
La madrugada nos está atrapando y no conviene asustar.
Doy de beber a Lucero en el Chorro una vez más
lo aproximo a la manada; quitándole la silla y
limpiándole de sus lomos el sudor al animal.
Antes de quitarle el hierro de su boca, mejor le trabo las patas,
no sea que se me pueda escapar.
La traba ya tiene puesta en sus patas delanteras;
quitándole la cerreta, espuma le sale al noble animal
por su largo transitar.

 
Lentamente me acerco a la casa a reposar, que
una noche muy fructífera ha sido para mí una vez más,
por las calzadas del cielo con mi caballo Lucero;
que en esta tierra se hallan, y en este sublime lugar.
 

Antonio molina Medina

LA ESTRELLA

 
En la noche de San Juan
las llamas subían al cielo
para recoger la estrella
que me lanzaba un lucero.
 
Cogí la estrella en mi mano,
sentí su cuerpo latir
iluminando mi alma
yo sentía su mar
alumbrando mi vivir.
 
Los amigos verdaderos
quieren de distinta forma
se entregan con mucho celo
por ese vivir sincero
para sentirlos por dentro.
 
El despertar de una niña es,
como si abriese la jaula
a un gorrión encerrado
en una celda dorada.
 
Los sueños son alcanzables
si los sueños, sueños son
si te ayudan a vivir
los sueños son importantes
y se deben perseguir
como se corta una rosa
hermosa y con espinas
clavos que te aran sufrir.
 
El amor y el sufrimiento
van ligados a la vida
insertados en el tiempo
pero amar es conjugar
todo en una sola vida.
 
Antonio Molina Medina

LA AMAZONA

Eres esplendida amazona.
Caracoleas con tu montura al toro agreste.
Entre reses bravas esta tu vida.
Y las sorteas con pericia y gallardía.
 
Cuando te toca matar sacas la espada,
la blandes al viento con soltura,
la clavas, y en vez de sangre brotan
flores curtidas cuyo olor te embriaga.
 
Odorífero embrión que provoca la locura.
Perdonándole la vida con sonrisa complaciente.
Porque, matar no forma parte de tu vida.
Porque tu corazón, es noble, tierno y fuerte.
 
Antonio Molina

AMIGOS

Amigos fuimos de niños.
Amigos en las penurias.
Amigos en la oscuridad.
Amigos en el sufrir.
Amigos en el saber.
Amigos en el aprender.
Amigos en el sentir.
Amigos en la ilusión.
Amigos en la enfermedad.
Amigos en el querer.
Amigos en nuestros juegos.
Amigos en la soledad.
 
Amigos en nuestros llantos.
Amigos en nuestras risas.
Amigos en la virtud.
Amigos en la tolerancia.
Amigos en la pubertad.
Amigos en la vejez.
Amigos en la eternidad.
Amigos siempre seremos.
Amigos en la paz.
Y amigos en la libertad.
 
Antonio Molina

MUJER DE SONRISA CLARA

 
No sé cómo dirigirme a su sonrisa,
la que dibuja su cara y limpia mi alma,
la que llena de contenido mi vida
y mis esperanzas.
¡Qué podría decir de tal sonrisa sincera!
Qué podría decir de ese alma  serena
que sueño lo inalcanzable, con solo
mirarme en ella
y soñaré, y soñaré mientras me quede
un átomo de vida en este polvo de  tierra.
 
He encendido la radio esperando su voz.
para encontrar  su risa, su bravura y candor.
Su voz se hizo patente, limpiando alrededor
salpicando mi cara versos de corazón.
Escuchaba los versos en su noble dicción
limpios, seguros, claros, como en una canción.
¡Cómo los remataba!,
¡Cómo los trasmitía!
Surgían por su boca cual fuego de cañón
palabras convertidas en balas primorosas
versos como rocío salpicaron mi cara, y
todo, todo vibraba en la Hacería popular.
Tú, eres diferente, no eres como otras
sacas tu corazón y por todo lo das.
Los amigos te adoran.
Los humildes te aclaman.
Tu sitio está en la tierra no solo en praderas,
también en las montañas por toda tu grandeza.
Mujer de corazón que no cabe en el pecho
que los gnomos los dioses  y Federico, el duende 
te protejan, desde la alta cúpula celestial.
Antonio Molina

TU SER Y MI SER UNIDOS POR LA PIEL

Temblor de cuerpos. Encuentro prolongado,
donde compartir vivos sentimientos.
Provocación del alma; lo que tú estimulas.
 
La llama se enciende. Arde candela
que atiza tu viento, tu sola presencia.
Las ondas se adentran por la herida
oxigena su mezcla, efervescencia que alivia.
 
El tiempo no existe. La luz nos penetra.
Yo no se pararla, ni ensombrecerla, ni mis
manos pueden contenerla.
¡Me niego a atajarla!
¡Que la reluzca la llama!
¡Que las ascuas me quemen!
Opto por heridas, a perder tu dicha,
amiga del alma.
Antonio Molina