Desde mi confortable asiento,
en bata y zapatillas,
escucho, y me acerco a la Hacería.
Tu voz me encandila de nuevo,
y
tus poemas salen del aparato
de radio
como red que atrapa al más
rancio oyente.
Te reías, dabas vida a la
poesía y convertías
en pompas todo lo malo que
nos depara la vida.
¡Sí! Disfrute de ti y
contigo, como nadie.
Volabas muy alto, mis
pupilas, te seguían
hasta perderte en un punto,
lejanía…
Quizás sea la pasión con que
miro tus haceres,
puede que sea ese ímpetu de
joven adolescente.
El amor, nunca lo tuve, mi
vida no era esta fuente
quizás, y solo quizás sea que
este corazón...
quiere tanto a quien le
quiere, a quien le lleva
a su lado, los demás; que
comadreen
poco les ha de importar lo
que este corazón, siente.
No son palabras que busquen
complacencia
haces volar a todo el que te
escucha.
Es realidad, para un mundo
vacío,
pleno de mentiras y
vanidades, y yo quizá,
iluso soñador, no deba pensar
tanto en su canto
de sirena, y deba recoger mis
redes placenteras
guardar todos los bártulos,
volver a mis tinieblas.
Hoy, ya no me resigno a vivir
sin esta virulencia de latir
cerca de mi. Cercana roja y
viva,
quimera y alimento divino de
mis fantasías
es esta amistad sincera, algo
que ya no podré
olvidar mientras viva
peregrinando esta tierra.
Y soñó, soñó y soñaba…
Hombre rejuvenecido
andando por las veredas,
encontró sin él buscarlo
la otra mitad añorada
justo al final del camino.
Antonio Molina Medina
Imágenes cedidas por HACERÍA_JAZZ_CLUB (Bilbao)