CASTILLA Y ELLA

 

Sinovas. Pedanía de Aranda de Duero

Así es. Quizás los luceros de la noche se percaten de su presencia y aticen con fuerza las llamas de un corazón que se regenera y se hace de sueños, por esa inmensa pradera donde las viñas relucen, aun sin sol que las alimente.

 

Sinovas. Pedanía de Aranda de Duero

Plácida era la mañana y los pájaros revoloteaban a mi alrededor. Y otros desde el aire, con la cabeza mirando a la estepa, decididos a deslizarse sobre su presa para alimentarse. Mientras, mis sentidos volaban con ellos a ese lugar donde sentí la fuerza del viento en mi rostro y las azucenas se dejaban coger, aun fuera de ese tu invernadero.

 

Sinovas. Pedanía de Aranda de Duero

Cuánto sentimiento, se escapa hoy de mi costado y cuánto murmullo se aprecia en mi alma, al reconocer esas pisadas que aun suenan por los senderos, cercanos a los pasillos donde las dulces parras se miran y se confunden entre mis sentidos, buscando… ¡buscándote! entre alaridos de sueños…, entre los frutales del tiempo.

Sinovas. Pedanía de Aranda de Duero

Como una jaculatoria de sentimientos, voy pasando, piedra a piedra, el rosario de mi vida, y siente, y se siente, catapultado su cuerpo a otro destino y deja al descubierto lo humano y lo sentido, donde el corazón asiente tus pasos por la campiña de esa tierra que no olvido. Esa tierra que tira de mi cuerpo hasta depositarlo entre los prados y viñedos.

Antonio Molina Medina