DESDE TERTANGA

 

Tertanga - Álava

Buenos y generosos días, amigos.

La guadaña y el aire (o el hocino) me acompañaban por los prados sedientos de calor, inundados por las hordas del intenso frío que me acompañaba… Pero mi cuerpo sonreía a través de mis ojos que no perdían de vista  el panorama de la montaña, en busca del semillero de las palabras, sintiendo que ellas me llamaban y seguía sediento de novedades por los blancos prados, antes poblados de cereales y de animales pastando, esa rica y jugosa hierba por la que circulan arroyos de agua clara que gimen entre los sonidos de las antiguas campanas que resuenan sobre el valle, junto a los cencerros de caballos y animales sedientos de vida, los que levantaban y giraban la cabeza cruzando nuestras miradas mientras la mía ya precaria  los admira a través de los rayos solares que nos iluminaban.

 

Tertanga - Álava

Los ojos se vuelven al valle después de caminar hacia la montaña y se ve la NOBLE CIUDAD de Orduña rodeada de un manto nuboso y perezoso, a punto de ser absorbido por los rayos del sol que ya estaban traspasando las montañas… Mientras el silencio formaba parte de mis suspiros al caminar por las calles de TERTANGA, envuelta su mirada en los canales y fuentes de su nobleza antigua y solitaria; sus caños asombran a mis ojos que se ablandan ante las piedras donde lavaban los ropajes manos limpias de corazones de cordura inusitada.

 

Tertanga - Álava

Mis pasos tiran de mi cuerpo. La montaña me llama e implora a mi mente que siga subiendo, ya que el arte rompe la bruma, y se funde entre la sustancia que los animales, que rumian incansables entre los tañidos de sus cencerros y las notas de ese reloj antiguo y cuerdo que el aire trae a mis recuerdos cuando de niño saltaba y miraba a las albarcas de pies antiguos danzando en su plaza.

Tertanga - Álava

Mi cuerpo se detiene, y se vuelve de nuevo hacia el valle  que sigue a pesar del tiempo transcurrido impertérrito, dejando su belleza en manos de los seres humanos.

Mientras mi cuerpo me avisa de  que todo lo recorrido hay que volverlo  a caminar en un regreso sentido y quizás triste, ya que mirando siempre hacia atrás… dejas caminos y senderos que quizás ya… -Nunca volvamos a transitar-.

 

Tertanga - Álava

Pero la vida no se detiene, y sonreímos ya que los sueños siguen fieles a la sazón, compañeros de viaje, y con su vara entre los dedos de la mano, y el cuerpo que se balancea entre zarzas y matorrales y troncos caídos por los años desciende, quizás incómodo, por dejar el paraíso a su espalda, junto a los redobles de la campana que  marcan las horas andadas, como antaño desde la iglesia de su plaza, y los sonidos añosos de cencerros y esquilas de animales que pastan en sus verdes campas que verdean por las laderas, y el valle de su montaña.

Tertanga - Álava

Antonio Molina Medina

30.01.22