CABALLOS


Tarde calurosa de verano.

Unas ruedas cortantes circulan
soportando el peso de mi cuerpo
que, arrastrado por caballos,
da vueltas y más vueltas
alrededor de la vida primitiva.

La brisa compite con el sonido
de cascos de caballos,
que adormecen la paja,
desbrozando sus granos.

Mientras el trillo corta las espigas
esparciendo sus tallos.

La tarde está al caer.

El sol hermoseando el paisaje
intenta desaparecer por las lomas
que, mansamente,  se abren a su paso.

Los pájaros incansables revolotean
picoteando junto al grano aventado.
Los caballos resoplan sin aparejos
sin arreos, ni cinchas ni bocados.

Entre relinchos, sudorosos sus cuerpos
secamos sus lomos, para dirigir sus pasos,
buscando los cestos de paja y grano,
el agua de los ríos y los verdes pastos.
Antonio Molina Medina
01/09/14