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Parque de los Alcornocales. El Cobre. Algeciras |
Nunca
deje de pensar en ti, Nación mía, ya que mi nacimiento fue rodeado por los albañares
que cercaban mi cabaña, junto a sus campos, que me dieron la energía necesaria
para subsistir lejos de ti, mi Andalucía, ya que nunca consiguieron separar mi
recuerdo de esa tierra en la que mi madre me pario, con alegría… Ni de los lugares
de donde me sentí parte de su paisaje y de sus gentes, y pude así… compartir sus
vidas, sus penas y alegrías.
Nos
arrojaron como animales dañinos a otra tierra, y trataron de que olvidáramos de
donde procedía nuestra conciencia. A mucha gente le gustaba cambiar el pasado,
para no recodar su procedencia. Fuiste el esplendor de una tierra… de una Cultura
milenaria y de una raza que compartieron seres nómadas, pertrechos de su
propia Cultura, que forjaron entre los campos, cañadas, y ciudades junto a sus
campos y las laderas de sus ríos; ciudades amuralladas y torres vigías. Praderas
de verdes paisajes donde pacían los animales. Manadas de caballos los que se alimentaban
de la hierba y bebían del agua de los ríos, dentro de la libertad que les otorgan.
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Museo de Valderrubio-Federico García Lorca |
De
largo esplendor te dotó la Naturaleza a campo abierto. Con tus palacios y obeliscos
donde el pasado aún se recordaba, de una cultura Nazarí, la que nos dejó recursos
en nuestros monumentos, la de una civilización que sigue en nuestro recuerdo.
Bibliotecas plagadas de libros de Cultura humana… donde la sabiduría
de sus individuos era reconocida y amada por el mundo en que les toco soñar, dejando
libros cual riqueza, serpenteada, acumulada en pergaminos hoy, que brillan en cada
página de los libros que dejaron.
Las
torres y torreones cual hongos se multiplicaban por laderas y por sus playas,
brotaban lejos de sus ciudades amuralladas. Y en las noches oscuras se cubrían
de hogueras, costas y playas, para el desconcierto de miradas airadas.
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Valderrubio- Federico G. Lorca |
Colmaron las ciudades repletas de historia, de mezquitas, y de ciudades bien amuralladas. Calzadas Romanas y regueros de agua para los campos en su regadío. Y el agua de sus fuentes, y sus manantiales adornaron el paisaje por donde caminaban, por inmensos jardines; entre el frescor de sus prados, rosas y claveles, centenares de flores bien engalanadas que enamoraban a gentes extrañas.
Tierra
mía, donde la luz era la fuente de nuestra alegría. Cuyos rayos de luz nos atrapaban
al trasponer la tarde con pereza, y los sentías. El verde de sus campos,
junto al azahar de su primavera dejaba entre los tallos de los naranjos esa nueva
cosecha que, hasta las abejas zumbaban de alegría, mientras se acomodaban de noche
y de día.
Campos poblados de seres humanos cargados de sueños que soportaban el fuego del cielo, para poder cubrir las necesidades de todas sus crías. Graneros ubicados a los pies de sus camas, en el rincón apiñados para los meses de silencio que muchas veces nos unían.
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Parque de los Alcornocales -Algeciras |
Toscos
brazos... Manos encallecidas… Ellos poblaron sus huertos, campos y viñas, donde
los poblados cultivos que lo surcaban a la vera de las veredas, donde canales de
riego eran cortados por la azada para regar sus cosechas.
El
azul del cielo les protegía y se bamboleaba la fiel bandera “blanca y verde”,
la de nuestra tierra. La que se elevaba por nuestras cabezas, las que, erguidas,
sonreían en sus rostros endurecidos en la profundidad de sus almas.
¡Mira
niño! - (nos decían) - La libertad es necesaria… - (Pero nos lo decían, a
escondidas)… - Es la libertad es lo que nos hace seres con conciencia y ser
capaces de escribir nuestra historia, no la de los vencedores en las contiendas. Si
no, la verdad que es qué pueblo la necesita; la que nunca el pueblo doblego ante
el tirano en todas las contiendas.
Entre
los campesinos la libertad era sincera, fiel a sus conciencias ya que la humanidad
deja de sufrir cuando se apropia de ella.
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Patio de la Mezquita de Córdoba. |
"Creced
y multiplicaos", dijo un poeta, y reproducidos en esta, vuestra tierra.
Andaluces…
¡esa es nuestra tierra! ¡la de todos los andaluces! Esa Nación dorada por el sol
y soñada y querida por sus gentes, donde nuestros muertos aún están por sus cunetas.
Tierra
de sentimientos, de puertas abiertas, de cortinas en sus puertas, y candiles en
sus mesas, de cocinas de leña en los huecos de los habitáculos, al lado de sus chozas…
donde sus moradores respiraban y se contaban sus penas… donde comentaban, de dónde
iban a sacar los alimentos para el día siguiente, mientras los patronos los explotaban
con indiferencia. Eran seres con el corazón sin turbiedades, que amaban a su pueblo
a través de la familia.
Pero
todo terminó y la luz fue cubierta por nubes negras y rayos atormentados y familias
rotas en distintos grados.
Los
hornos y el pan. El cántico del ruiseñor. La cal de la Calera, donde reposaba la
tórtola que se posaba en tus manos, para recorrer las tierras del llano, y las de
la montaña … y las tierras de secano, donde los olivares eran surtidores de
oro líquido, cuyos sueños llenaban sus tinajas.
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Palacio de la Alhambra de Granada |
La
hora de los tumultos se hace hoy viril y fiel compañera. Ya no existe el hermano;
ni tu propia tierra. Desde donde, de las pequeñas chozas, brotaron viviendas repletas
de objetos, para distraernos y perder el tiempo en las cosas superfluas.
Y
los poderosos mienten. Y nos niegan la sal de la tierra, y también
el grano, para llenar las despensas; las cómodas casas… Viendo como
nos despojan de la Naturaleza nos han dejado sin nuestra propia conciencia.
Mientras,
nuestra tierra se ahoga en el silencio. Donde la pobreza se acuesta en sus calles,
para morir en ellas.
Pero
Andalucía está ahí ¡y muy viva!… Lucida criatura: tu esplendidez y tu figura
florecerá por las orillas de la mar, de los ríos caudalosos, entre gente sin
miedo y sin ira.
14.04.20
Antonio
Molina Medina