EL ROJO DE LA ARENA…


¡Que es poesía, tú me dices!
Apaciguo mi cuerpo en la arena de la playa
mirando a la mar, sereno y en calma.
Una lancha a, lo lejos, ruje su motor
interrumpiendo los sonidos de las olas
que, a mis pies, rompen su cadencia.
Cierro los ojos y aun puedo discernir,
las blancas nubes que cubren el amanecer.

Con un libro entre las manos,
pasando hojas ya leídas,
que sujetan mis dedos con fuerza por la
insistencia del viento, que nos domina.
El agua del viejo poniente, limpio y
solitario, resplandece en la arenisca,
que cubren mis pies.
Las gaviotas revolotean, picoteando la arena.
Sentado, mirando a la mar, mi alma se queja,
mientras la delicada arena cobija mi cuerpo.

El viejo gusano sacude mi cerebro…
y sigo caminando por este desierto.
¡Que es poesía!
Dice mi corazón, en voz baja,
observando el azul del cielo
que interrumpen las gaviotas
en su revoloteo.
Antonio Molina Medina


SUS LAGRIMAS

Fuente del Águila. Río de La Miel. Canuto hondo. El Cobre. Algeciras.

Compartiremos lágrimas,
lágrimas que se deslizan
por las arrugas de mi rostro
de surcos compasivos que tratas
de silenciar con los dedos de tus manos,
los que atrapó el tiempo con tu silenciosa  
y ‘repiqueteante’ mirada.
Los sonidos resuenan compasivos
recorren tu cuerpo,
esponjoso y tierno para dormirse
entre sus brazos, arqueando tus pestañas e
introduciéndote en el armario de tu alma,
donde una musiquilla se convierte en plegaria
que bombea su interior copulando con tu alma.
Das vida a tanto amor incubado que
se reseca y clama… reclama… poniendo al cielo
por testigo rompedor de moldes desde su techo
de ramas. Donde los sueños van creciendo,
poniendo el corazón entre sus brasas.
Se empeña… me empeño… su empeño…
cielo azul rompedor de nubes blancas…
Preñado por romper el amor y la esperanza…
para quererte… quererse… quererla…
sintiendo el infinito del tiempo,
donde aún brota la esperanza.
Antonio Molina Medina

Una plaza rodeada de niños.

La muy noble y leal Ciudad de Orduña.  Bizkaia.

Tratando de seguir caminando, la única forma de vivir es soñar llegar a alguna parte. Pasan las páginas de un libro. Cerrando los ojos se introduce en él y se mece con el balanceo que proviene de los pergaminos que sustentan su calma entre socavones de letras. Ya no se deja ni viaja, nada le atrae. Hasta el aire sufre cuando respira el aire que sus pulmones fermentan.

Orduña
Contar los sentimientos, los que brotan al margen de lo que te rodea, es prioritario y necesario. Tratar de comunicar lo que tu corazón siente en este momento, donde la libertad es parte de tu existencia, también lo es, por eso escribes lo que sientes Antonio, lo que siento, aunque sea dolor. Desde el dolor y la rabia me obligo a rebelarme contra él mismo y su forma de ser, sabiendo que sigue en su tren sin saber a dónde va.
Se sufre corazón. ¡Maldito corazón! ¿Por qué amas? ¿Por qué tiemblas? ¿Por qué la amas si tu misión es bombear la sangre oxigenada que circula por tus venas? ¡Déjalo morir! Es cuestión de tiempo. Trata de caminar, aún estando en tinieblas.

El tren se desliza cimbreando su estructura de madera y hierros en limpia mañana por el valle entre las montañas. Sus ruedas giran y giran. Giran desde la madrugada al unísono por los raíles que, perfectos, mantienen la distancia. Pasan estaciones, gentes que se apean, gentes que suben incansablemente. Su estructura se resiente con los cuerpos que se acomodan sobre sus asientos. El murmullo de voces se escurre por pasillos y, mientras, el revisor, atento a todo lo que se incorpora a su estructura, nos convida a aportar el billete para su conformidad. Con sonrisa amable, forzada o secundaria repite el rito acostumbrado en siglos pasados que nos hizo soñar:
-Por favor su billete.
Le sonrió y se lo ofrezco, lo revisa y con sigilo amablemente nos da las gracias para continuar.

Siento el sonido que forma cundo la mole de hierro atraviesa los túneles que nos sorprenden con su oscuridad. Entorno los ojos, dilato mi cuerpo y explota el universo ante la mirada que brotó del corazón asfixiado de lo ingrato, ingrávido, y subjetivo que la vida nos depara. La luz se forma de nuevo. Mis ojos que se abren pletóricos de dicha contemplando el valle.

Una pequeña cabaña se camufla entre la espesura. Un chiquito río bordea sus maderas que bien forman su habita. Los perros juguetones, salen presurosos mirando la bestia de hierro. Sus miradas intrigantes me indican que su olfato les advierte de una presencia extraña. Los tallos de esperanza que brotan de la sabia de los árboles viejos nos contemplan. Los miro y me abrazan. Nos abrazan. La mole de hierro se subleva y gime silbidos de sueños entre raíles.

Orduña
La inquietud y nostalgia azotan mi cuerpo. Mi corazón agitado se duele. Entornando los ojos alcanzamos la estación deseada. El tren se detiene, su andén nos saluda, pero no hay mendigo que espere, ni sombra que presienta su cuerpo, sólo el silencio que todo lo inunda. El aire se mezcla con  la palabra que nunca nos abandona, ni nos deje morir envueltos en lágrima.
Parte el tren. Continúa su trayecto dejando el andén…



Diez caminos conducen a su fuente.
Renuevan acertijos. Sin castaños,
sin ilusiones, los caños de agua persiste.
Sombras se baten por sus aguas manantiales.
Ventanas ventilan su puerta milenaria.
Cascada de espejismos. Hastiales sedientos
de niños con furia.
Aforismos, desviven su plaza.
Antonio Molina Medina

ORDUÑA-2

Orduña. Bizkaia. Comunidad Autónoma de Euskadi.

Y su mente se paseaba por las calles de su ciudad mientras los menudos rayos de claridad que el sol nos mandaba, al término de su ocaso, daba paso a la oscuridad que se apropiaba de nuestras pisadas, recorriendo los pasos, detrás de las tumbas de seres que se iban, entre ataúdes de roble y encina, entre sus aldeanos.

La luna alumbraba mis pasos y su blancura era de plata: sobria y poderosa. Nos cedía su luz que, hasta los tejados de los caseríos, reflejaban su paz, junto a sus gentes de antaño  que silenciosamente despedían la noche triste y perezosa. La procesión de cuerpos, se iban alejando entre los sonidos del txistu y tamboril por las calles de la ciudad. Y sus voces y lágrimas se perdían entre la música sacra que nos incitaba a bajar la cabeza. Y a cada golpe que el cuero recibía, se filtraba el sonido que penetraba hasta el corazón y mis sentidos agitaban mi mente, dejando al descubierto las miserias de mi cuerpo.

Orduña. Bizkaia. Comunidad Autónoma de Euskadi.
Mientras, cuerpos, manos y cerebros humanos, seguían en silencio la marcha del cortejo camino del nuevo caserío, donde se juntan cuerpos olvidados, esperando el regreso de los que le acompañaran sin ningún tipo de pertrechos. Mientras, ella se conformaba, ya que pronto recibiría su consuelo: ¡El de toda una vida!  ¡El que movió sus sueños... El que los hizo ciertos!

La noche nochera se cuela entre sonidos de txistu y el tamboril; redobla con los impulsos del sueño pasado, y nos hace vibrar. Sin luces que nos dé esa claridad del fuego y las llamas que engrandecieron sus almas. Mientras, el féretro de ella, la que se adelantó a la eterna muerte para despejar con su osadía el camino marcado con pasos añosos; el que seguirá su amor de verano y de invierno ¡y el de todos sus años!

Orduña. Bizkaia. Comunidad Autónoma de Euskadi.
Mientras un fantasma recorre la ciudad con su señal fatídica, llevando su emblema y su última estrella que se duele de ser de esta vida. Y el cielo se abre, y recibe a su estrella. Ella lo esperaba, lo necesitaba… ¡él era su estrella! Y traspasaron la última frontera. El rostro de una madre fue la luz de sus velas. Ella le sonríe y se abraza a su estrella, que luce en el cielo sonriente y nueva.

Y la noche de pasos y cuerpos y féretros se quedan sin ella.

Un nuevo caserío. La luna le alumbra en las noches claras; sonríen sus caras y crujen sus venas mientras las puertas de acero se abren y se cierran, sin pausa y sin prisa, aun en primavera… La muerte es severa y no tiene prisa, incluso nos consuela. Mientras tiemblan las almas al despedirse de su propia desgracia, entre las tinieblas.

Orduña. Bizkaia. Comunidad Autónoma de Euskadi.
Como dos soldados después de la contienda, hoy unen sus cuerpos… Cuerpos que se abrazan, cuerpos que no tiemblan, que lo dieron todo aquí, en su tierra; la que nos amamanta, pues somos materia y se vuelve a encontrar ya que hasta la vida… sus vidas les espolearon y supieron compartir fuera de la Cuidad, cercana su puerta, la de Burgos. A la sombra de sus murallas como dos veteranos de guerras pasadas deje que mi corazón se acercara a sus tumbas que, golosas, me ofrecieron su cavidad.

Pero la luna enfurecida orquestó su música entre  txistu y zambombas. Entre tambores de guerra me ofrecieron su libertad, la que me brindaron con sonrisa y anhelos, enlazadas piedras cuadradas, que, entre animales caseros, soportaron su carga.

Orduña. Bizkaia. Comunidad Autónoma de Euskadi.
Limpiando las cuadras sentía su calor humano y la corraleta de puercos de antaño me decía lo que somos cuando los cuerpos se pudren: lo mismo en invierno y también en verano.

Dos amigos. Dos sentidos peregrinos nos dejaron el camino y las veredas y las sendas y los llanos. Los principios que marcaron, las ruedas de los carros con sus anillos de hierro y maderas que no tengo palabras para describirlos ya que los bueyes tiran con fuerza y ¡mira que eran mansos!

Orduña. Bizkaia.Comunidad Autonoma Euskadi
De la noche surge la brisa y, en su azul, clarea la luna que se posa entre las aguas del Nervión, de la esperanza que busca su libertad como una serpiente casta hasta llega a la mar, esa mar de mi esperanza.
Antonio Molina Medina
03/01/18







ENTRE VEREDAS ANTIGUAS HOY CAMINABA SU ALMA


La casualidad dio que los pasos de Juan subieran por el sendero en dirección al ventorrillo antes de llegar a su destino. Era lugar de paso y de descanso y aprovisionamiento para los viajeros que se dirigían a la ciudad, como único paso (desfiladero) de difícil acceso, con una única y estrecha vereda, de ahí, la necesidad del descanso de viajeros y bestias, muchas veces pertrechadas con cargas a veces superior a sus fuerzas, donde los animales caían reventados por el excesivo esfuerzo a que se les sometía.
Juan se apeó de su montura, dejando caer su pierna derecha mientras la otra seguía metida en el sostén o, estribo que la sujetaba, para lentamente posar su cuerpo y con la brida en su mano dio una lazada en el redondo tronco  colocado a la entrada del ventorrillo. Quitando con un trapo el sudor del animal y acariciando su frente aflojando el correaje del bocado.
Juan sube los peldaños de madera y empuja con la mano la puerta que abanicando sus dos hojas se mece al pasar dirigiendo sus pasos al pequeño mostrador y pedir un vaso de vino, para su reseca garganta.
-Buenas tardes, Pepe.
-Que pasa Juan  ¿cómo tú por aquí?, le saluda Pepe.
-Vengo de comprar una cosillas de Cádiz, le contesta Juan.
Juan se da la vuelta con el vaso al borde de sus labios ya húmedos al contacto del vino y se fija en una mujer que está taconeando en el pequeño tablado de la Venta ubicado a la parte izquierda de la barra del mostrador.
Juan se vuelve hacia el mostrador y dice:
¡Oye Pepe! ¿Y Clara la cantante? ¿Qué ha sido de ella?
-¡No recuerdo bien de quién me hablas! –le contesta.
-¡Si hombre! La cantante que parecía desde lejos un poco calva, aquella que siempre iba peinada de la misma manera.
-¡Sí! Ya recuerdo –afirma - Que decía la parroquia:
-¡Pepe! ¡Esta mujer siempre se peina de la misma manera!
-Si esa, -le afirma.
-¡Que ha sido de ella! –insistía Juan.
-Por aquí estuvo unos años. Era muy jovencita y ya se maleo. Este ambiente no era propicio para su juventud y las calamidades de esos años.
-La verdad es que era muy buena, cantaba muy bien, -repetía Juan.
-Oye, Pepe. ¿Por qué le pusieron la cantante calva? –le insiste Juan.
-No estoy seguro, lo que pasaba era que, su pelo era muy negro y ella muy morena y se confundía el pelo con el color de su piel, tan tostada tirando a negro.
-Juan tu sabes que lo del peinado esta mujer fue muy exigente formaba parte de su figura cuando salía a las tablas.
-Era muy hermosa y cantaba muy bien, -se expresaba Pepe.
-Anda que cuando se subía al tablado, menuda la que armaba, entre sus pies y la voz; con esos zapatos negros que brillaban en la penumbra del local, -se explaya Juan.
Quizás no pudo aguantar las puyas que le lanzaban los clientes, ya que muchas veces formaba la grande y la parroquia le pedían que se soltase el pelo y ella simple se negó. –Insiste Pepe.
-Pero la verdad, al final que fue de ella -le insiste Juan.
-Pues nada, que llego un hacendado con dinero y se encapricho de ella y de su forma de ser y de actuar y, poco a poco, la cameló y se la llevó a un tablado que tenía en la Ciudad.
Si sé que duro muy poco en ese lugar y, según me dijeron, algún  parroquiano que fue a verla cantar, cada día lo hacía mejor y más segura. Le pusieron un guitarrista muy apañado para ella sola.
Hasta que ella se cansó y quería ser alguien porque tenía mucho poderío y se despidió para marcharse a Madrid, donde dicen que triunfo. Es lo único que se de ella.
-Juan, entorna los ojos y apura su vaso de vino mientras gira su cuerpo y mirando al posadero le dice:
-Bueno Pepe, te dejo que todavía me queda un trecho hasta llegar a la casa que salí esta mañana temprano y casi se me hecha la noche encima.
-Vete con dios Juan  - le sonríe Pepe  mientras atiende a un cliente con una botella de vino en sus manos.
Juan sale lentamente del ventorrillo recoge el cuero que sujetaba a su corcel y acaricia la frente de su montura, introduciendo su pie izquierdo en el estribo, salta cómodamente sobre su montura azuzando suavemente los costados del animal con sus espuelas, se deja llevar al trote de su caballo, por la cuesta en dirección a la ciudad que reside los suyos con  la compra que les trae de Cádiz.
Mientras la luz se disipa lentamente sobre el valle y las sombras pausadamente va cubriendo suavemente los sembrados y las orillas de su río por donde sus ojos dejan mecer la vista apropiándose del paisaje que adorna la estructura de sus campos junto a los trinos de pájaros olvidadizos que se despiden de la cañada por la que transita. Silbando y con sonrisa de oreja a oreja, Juan desprende su corcel por las lomas de la sierra para encontrase en la vereda con las aguas limpias y cristalinas, que, hasta su caballo se detiene para saciar su sed, de la travesía acumulada en sus costillas.  

"Esta noche más que nunca"
necesitaba tus besos.
Y no solo son tus besos,
sino también tus caricias,
las que provienen de tus dedos,
de tu boca de tu aliento...
del fondo de 'to' tu ser
cargadito de recuerdos, los que
aligeran mi alma de los malos
pensamientos. Pensamientos que
almaceno aun... desde el nacimiento.
Antonio Molina Medina
22/12/16

ARADOS CAMPOS DE CASTILLA

Un descanso en la Vendimia. Sinovas. Aranda de Duero. Burgos. Castilla León.

¿Qué es la locura?
Le balbuceo el cuerpo a su mente, caminando entre viñas. Entre roja tierra que pisa cuerpo, cuya gúmia penetró en sus entrañas para que bostece y se fortalezca. Mientras sus ojos desfogan su luz entre trigales y campos arados; en los pinares saludas los pájaros y las vocecillas de las hormigas reclaman templanza a tus pies, ante tan diminutos cuerpos.

Se detiene en compañía de su sombra, que hace lo que le manda su cuerpo, sumisa a sus costumbres dejando posar su cuerpo al lado de su señor. La campiña domina su mente y su sombra le pregunta con insistencia:

Sonovas - Aranda de Duero - Burgos. Castilla León
A la vid le han brotado inicio de burbujas que rompen su tronco, su sabia se cuela por su linaje anunciando generosos tallos, mientras algunas  palabras escritas acompañan a tan singular proeza, plegando sus hojas se aferran al tronco los versos y coplas, las que atrapan su alma de seres que sueñan.

Entre sables y espadas, los cuervos planean, se alejan y cruzan los páramos, dejando las fértiles cosechas que arropan la villa. Despejan sus mentes, escuchando los sonidos de la campana de la iglesia anunciando los cuartos, las medias y las horas como antaño.

Sinovas. Aranda de Duero. Burgos. Castilla León
Despejado su sentido camina por las aguas, sin mirar atrás. Mezcla de recuerdos que son el soporte, que es la alegría que su cuerpo necesita. Aunque deje girones de su organismo, discerniendo lo malo y lo bueno que brota de sus sueños que, insaciables, caminan con  él en su soledad.
Antonio Molina Medina
05/05/16

EMERGIÓ LA LUZ EN EL CALOR DE SU CUERPO

Chorrosquina. El Cobre. Algeciras. Andalucía.

Caminábamos de noche porque nos robaron la luz de los deseos.
Nos hicieron estatuas, ya que dicen salimos del barro.
Nos mintieron y inyectaron nuestros cuerpos con  el sabor a miedo.
Nos enlutaron los sentidos con el negro, negro del veneno.
Pero la luz de la candela seguía almacenada en nuestro cuerpo,
buscó una rendija y explosionó cual parto repleto de sabores y
olores.
La rosa de los cuerpos pobló su mente de esponja y se hizo de lienzo
su cuerpo, cuya imagen colmada y sexual azuza los sentidos,
(hoy ya permitido, dejando las tinieblas y los ritos. )
Mientras las cucarachas mordientes,
se desinflan ante la muerte, dando libertad a nuestro cuerpo;
despejando las dudas de mal gusto y dejando volar con alegría
el jolgorio que da libertad a los sentidos y es capaz de doblegar
y hasta reparar las miserias, que, acumuladas, introdujeron mentes infieles,
sesgando nuestro cuerpo, deshumanizándolo de sueños
ocupando cual carceleros los sentidos de su cuerpo.

Y que nunca, dejes de caminar,

por caminos y veredas;
entre apriscos y cosechas,
respirando los sentimientos
que tus ojos atrapen,
los que..., mansamente
se cobijen en tus adentros
y se hagan fuertes sin miedo
para seguir sembrando en
los surcos del arado
que planta en tu corazón
semilla de sentimientos.

Antonio Molina Medina

LA LUNA Y EL SOL

Las Chorrera... Canuto Hondo... Río de la Miel. El Cobre. Algeciras.

¿Por qué la quieres?
Me preguntó la Luna en su noche clara.
Ella me sonríe y la miro a la cara.
¿ Por qué la amas?
Trepidante, la aurora reclama,
sólo me venzo al rocío de su mañana.
¿Al corazón se le piden explicaciones?
¡Qué fuerte es todo lo que le cuenta y sugiere!
¡Qué curioso y paradójico todo lo que acontece!

¿Por qué la amas? Escuchó la Luna al Sol
antes de ocultarse.
¿Acaso tú puedes vivir sin mí,
que velo tu noche floreciente?

¡Porque la quiere...!
¡Díselo a su corazón!
¡Pregúntaselo a su alma!
Ellos saben lo que presienten.
Él, pobre juglar, sólo sabe que la siente
como un aguijón incrustado en su vientre.

Porque su vida estaba de luces y sombras
de sombras y luces,
sin luna ni cielo,
sin sol que alumbrase.

Curso del río de la Miel... El Cobre... Algeciras.
Una cierta lumbre calentó su alma
despejó las dudas,
sofocó sus ansias
y se aposentó, cercana, en silencio
debajo su cama.
En noches en vela
salía de las sombras,
se acurrucaba en su almohada
y se hacía fuerte.
Le envolvía de calma,
de ilusión y vida,
por la que vive,
por la que se muere,
día a día, desde sus mañanas
salpicando su agua la
de la Chorrera por sus mañanas.
Antonio Molina Medina

SOLO LE DIRÉ GRACIAS

Garganta del río de la Miel- El Cobre - Algeciras

Cuando no tienes nada y menos que perder y alguien te ofrece un pedazo de su corazón, no es algo casual, las casualidades no existen, ocurren y se comparten, o se pierden. El hombre en su soledad piensa sólo en soledades, pero la verdad está al alcance de cualquier vida que trate de renovarse. Dicen que lo que hoy te sirve, no te vale para mañana. Todo es necesario, renovarse, nunca instalarse en la verdad, porque la verdad no existe.

Pocos son los que tienen los huevos o los ovarios de desnudarse y enseñar su interior para que el viento los limpie de impurezas, les de la fuerza necesaria para seguir conquistando todo lo que la vista le alcance. Suelo mirar a los ojos, que son las ventanas del alma, y pocas veces me equivoco. Veo en ellos lo que en su interior se cuece: inquietud o ganas de vivir. Tanto engaño me hace daño, por todo ello estoy instalado en una burbuja donde mi corazón le da rienda suelta a todo el que quiera compartirle sin reservas. La vida se nos acaba, al otoño lo desplaza el inevitable invierno y aunque te aferres a la primavera, ésta también es pasajera.

Sinovas - Aranda de Duero - Castilla León
Seguiría escribiendo hasta el infinito, ello demuestra su alma no da nada por perdido. Vivir, soñar con lo no vivido, y recuperar el tiempo perdido con la convicción inexorable que se puede llegar al cruce de caminos donde todo es lícito y no casual, alguien nos lo pone ahí para que lo podamos alcanzar.

Ya sé que a más de uno le confunde mi forma de expresarme, pero cuando se está muy sólo, se te escapa más de una lágrima que no puedes contener por llegar a la conclusión de que la libertad, el amor, el querer... Que quererse es lo más importante en esta vida. No te perdonan las mentes perversas, insaciables y tontas, a las que la envidia corroe el corazón.

Sinovas-Aranda de Duero-Castilla León
Yo no soy nada ni quiero ser nada... sólo ser hombre, ser persona…, ser humano el que ha descubierto que la vida es para vivirla y no sentarse en un sofá a verlas venir y a aprovecharse de los demás para tus fines.  Solo busca amistad sincera donde pueda poner su cabeza hombros que sepan apreciar que el sufrimiento está ligado al amor y si se quiere a alguien no hay reservas. O todo o nada desde la confianza que genera sin quedarse ningún as en la manga. A campo abierto con el corazón, una sonrisa que sale de su interior placentera y en calma.

Sendero Río de la Miel- El Cobre-Algeciras
Ya veis, amigos, toda esta parafernalia de letrillas arrancadas de su cuerpo, una por una sentidas por el amor que siento por la vida, es la forma que tengo de expresar todo mi cariño y mucho más. A veces me asusta que pienses que tengo algo de locura. No, no sería cuerdo y querer, con la limpieza que genera la confianza de una buena amistad. Gracias, gracias, gracias, por poder dejar que me exprese contundentemente y decir lo que mi corazón siente. Liberación o muerte. Escogió la libertad y ya no se resiente, hasta los latidos son mas briosos, más contundentes, porque alguien lo cuida, lo mima y lo mece, entre sonidos de pura libertad.
Antonio Molina Medina

DESCUBRIDORA DE SUEÑOS

Caminando por Sinovas, Aranda de Duero, Burgos

La vieja máquina, varada en un andén de una estación cualquiera, estaba inservible con sus hierros carcomidos por el óxido. Una niña muy delgadita, pero tierna, se acercó a ella (a la máquina) y comenzó a meter leña y carbón en su caldera. Sopló con fuerzas y ¡Oh! el milagro.  Comienza a sacar humo por su tronera o chimenea, que se incendió de golpe resurgiendo, resoplando, explosionando en su interior los placeres ocultos, sin catar, ni conocer los amores que queman... los que una dama complaciente le descubre.

Aquí, sin darse cuenta, cree que nos ha surgido un cuento. Sonríes porque su cuerpo es un cúmulo de sueños y de vivencias acumuladas en el tiempo, que quiere que sean para ti mujer, sólo para ti, porque ya su corazón se lo entregó sin reservas a lo puro macho. Y todo, dice bien, todo lo que hace y piensa es por ti, desde la serenidad que has introducido en su corazón, mujer. 

-“Gracias por tu atención y comprensión, amada mía. Ya sé que soy una cruz para ti... y ¿Sabes por qué lo sé?”

-“¡Sencillo, querido inspector! porque las monedas tienen dos caras y, a ti, te está tocando la cruz. Algún día no muy lejano, te saldrá la cara y volarás por los campos de Castilla, los que rozan muy pegaditos a nuestra Andalucía.”
Sinovas, Aranda de Duero, Burgos


EL ROSTRO
Llegaste en su día y te dejaste contemplar.
Miraste curiosa con una sonrisa en la cara.
Tus ojos relucían endulzando tu rostro.
Hacían juego con tu cuerpo,

con el que caminabas.
Todo será posible mientras
pueda admirarte limpiamente
y poder reflejarme en tus ojos,
en la niña que mana de tu propia mirada.
De pupilas, de luces, de ternura.
Sonrisa sincera. Sonrisa no forzada.

Antonio Molina Medina