En una
espléndida loma,
a lo lejos
su silueta se divisa
montado
en caballo tordo
con
silla de cuero lisa.
Su
figura es espigada;
piel
canela con pelo
cubierto
con un sombrero
fino, de
paja, y adornos de terciopelo.
Galopa
por la pradera,
por esos
prados espesos
que
están llenos de nostalgia
y el sol
se ensaña con él.
Con el
lazo entre las manos,
galopando
tras las reses
va
derrochando bravura
por las
lomas de su aldea.
Ayer
domaba caballos
cabalgando
estas veredas.
Hoy se
te ve merodear
Por
estos montes y llanos.
Antonio
Molina Medina