Cuando
correteábamos los campos
acudíamos
a las fuentes
con
cantaros a nuestros hombros
para
reponer las tinajas y
botijos
para el campo.
Compartíamos
el pan
¡Y
nunca estuvimos hartos!
Éramos
constructores de
puentes
y de caminos.
Con
las sobras de las fuentes
formábamos
grandes presas
que
sorprendían a los vecinos.
Y
retozábamos en los prados.
Jugábamos
a ser mayores y
nos
mirábamos como hermanos,
a
los animales cuidábamos.
Y
bebían en los ríos y
a,
paso lento, volvíamos
con
ellos al caserío.
Recogíamos
las trampas
con algún gorrioncillo
que
ayudaba a los padres
ante
tanto mal parido.
Saltábamos
a la comba,
al
volteo de las tabas;
al
juego de la pelota:
con
un manojo de trapos
corríamos
sobre ella.
A
los cromos y al gambocho,
a
la cuerda en la plazuela,
al
chorro-morro y a espadas
y
al juego de la rana
por
detrás las estajeras.
31/08/17
Antonio
Molina Medina