“Él
era un loco. Nada quería.”
Solo
su madre lo comprendía.
Se
aferró a ella y hasta su sombra
le
acariciaba mientras vivía.
Hoy
su recuerdo perdura en el tiempo
estando
presente en todos mis recuerdos.
Las
lagartijas me saludaban cuando niño
y
los lagartos puestos de pie me hacían correr.
Solo
tenía un fiel amigo, mi perro León,
¡Él
si me comprendía y me defendia con mucho ardor!
Hoy
la Luna esta triste y acosada por
los
ineptos dañinos de DOS PATAS.
24/03/17
Antonio
Molina Medina