FEDERICO

Un sólo día de felicidad suple
una vida de tristeza.
Tómeselo usted como le plazca
y piensen sus neuronas
lo que ellas quieran.
A pesar de su soledad bien manifiesta,
en la Vega, entre cereales y chopos,
la felicidad se presenta.
Unos ojos le acompañan.
Su espíritu vuela que vuela.
El disco duro se apropia,
se introduce en su memoria.
Su corazón se solaza
para llenarse de grietas,
como la granada se abre las venas
dejando fluir su rojo brillante.
Su sangre se altera. Caldo reluciente
se filtra en la tierra.
Su anatomía caduco, aún lleno de fuerza,
deja escapar su cuerpo de gacela.
Granada placentera, lloran sus arroyos
y sus fuentes eternas que a sus ríos penetran,
al verde de sus campos
preñados de huertas.
Antonio Molina Medina

SUS OJOS

Miro sus fotos y la engrandecen.
Miro sus ojos y me dan alas.
Ella, el fuego que nos atrapa.
Eres la llama que nos alumbra.
Sólo lanzo leños al fuego
para que nunca se agote
el ardor de sus palabras.
 

Antonio Molina Medina