Avelino Antonio Basi y Lucía-Orduña, Bizkaia.

Su toca compañera también se ofrece para saciar la sed:

          Si me trae alguien sed, mi fuente en agua

          le da sin impureza, clara y dulce.

                (Iban al-Jatib.)

 

Sierra Salvada -Orduña-Bizkaia

Ella fue mujer con arrojo, su figura apaciguaba a las fieras.

Tenía madera de roble, mujer entregada a su corteza.

Cocinando y horneando el pan de cada día entre animales

caseros, lo mismo que unciendo los bueyes. Nunca se la

cayeron los anillos ni dejaba de dar de comer al ganado.

Era como un esbelto junco, que por mucho aire que hubiese

podía hasta con el de la injusticia. Era una mujer de su tierra.

Su cuerpo y su mente nunca temblaban, ni huía de nada

siempre dando la cara con sonrisa sagrada y su risa labriega.

Las gallinas la acorralaban pidiéndole su pitanza de trigo,

avena o maíz ‘hacinado’.

 

Orduña Bizkaia.

Su compañía era la fuerza que la naturaleza le daba. Nunca

su barco naufragaba. Generosa y fuerza labriega. Seres que

nos espoleaban y a ciegas seguíamos sus pasos, por su

aguerrida y sobria templanza que, enfrascada a los suyos en,

copiosa y tierna morada, dejaba cocer los sueños entre perolas

de ‘papas’, que alcanzaban a todos los que a ella se acercaban.

Su puerta de gruesa madera de dos hojas encajadas.

Era la puerta de entrada a su cielo que se abría a bocanadas,

en que el consuelo se difundía de sus ojos, y con sus manos

expulsaba el infierno de nuestros cuerpos, ya que ella,

con su aliento, nos arropaba, limpiaba nuestro cuerpo y

dejaba su alma al descubierto. Alma que fluía a través

de su sonrisa, que flotaba siempre en su cara y la

trasparentaba con su risa.

 

Orduña. Bizkaia.

Noble corazón que hoy esparce sus aromas a través del

‘boyo’ que expande su helada pureza de la sierra Salvada sobre

la Ciudad la que nos amparó, aún lejos de las murallas y

sus almenas, pero cercana a la puerta que se abría a sus pasos.

Campesina aguerrida, sencilla, de mente fresca... Sana.

Hoy me enorgullezco de todo lo acaecido a tu lado

amparado de tu sobra, donde tantos, nos cobijábamos,

la que se sigue prolongando a través del tiempo trascurrido

el que nunca se detiene y no hay olvido…

Antonio Molina Medina

21.02.2021