ASÍ COMIENZAN LOS CUENTOS…


 
Los seres humanos tienden a reagruparse
buscando parejas que brotan del aire.
Recorren caminos buscando el encuentro
que en su deambular la vida les depare.
 

En su caminar la vida los hace
seres insensibles, viven por vivir
parándose a repostar, sedientos de hambre
como el animal, hasta que se sacian.
 

En su descansar algunos encuentran
parejas estables. Compañeras queridas
compañeros amables que les acompañen,
alguien en quien confiar para sortear
la vida trepidante en la que vivimos
en la que morimos. Es inevitable.
 

Agarrados de la mano cruzando mares y ríos
comparten lo bueno y malo, el calor y el frío
la vida que alguien les ha concedido
sin ellos quererlo buscan su destino
muchos no lo encuentran
la vida es difícil, la gente lo sabe
y teme vivirla en sus soledades.

             I

El tiempo nos pone en el sitio, no nos da respiro
ni posibilidad de cambio.
El rumbo de vidas que se sienten vacías
ya no les atrae, ni la propia vida.
 

Montañas de sueños. Castillos de arena.
Doncellas, donceles vida trepidante.
Te alejan. Te queman. La vida vivida
te suena a recuerdos. No era vida plena.

En un rincón, lejano, distante… el poeta
sentado en una mesa llena de folios en blanco
sorbiendo poco a poco un café mañanero
se da cuenta que en ella sorbe una vida
bebe lentamente junto al café
que degusta contemplando las vistas de la Bahía.
 

La bruma y el viento lo envuelven,
mientras suenan sonidos de sirenas de barcos que transitan
por las aguas del estrecho evitando sorpresas mañaneras
o que el radar los confunda con sobresaltos inesperados.

 
Gente cargada de pertrechos de playa
para tumbar sus cuerpos en la fina arena.
Mientras él en su interior, sólo piensa, retrocede y mezcla
pasado y presente, porque la vida ya no le llena.
Se siente vacío de emociones marchitas y Dios sabe
que las necesita, vida vacía llena de impurezas.
 

La monotonía le duele, le ahoga, le colma de espinas,
le hieren, le queman se siente atrapado en vida acabada,
marchita que él no tolera. (El pasado le atenaza y le recuerda).
De ahí su locura por haber descubierto una vida nueva.
Antonio Molina