LEER, LEER, LEER. Dijo D. MIGUEL

Caminando por la pedanía de Sinovas (Aranda de Duero Castilla)
Muchas veces (o quizás los aires que sigo respirando de algunos lugares de mi Andalucía) me tocan cuando se filtran y se acomodan en mis aposentos y me salta el corazón que, aún, sigue sofocando incendios para seguir soñando con lo nuestro. Con lo que me ilusiona, con lo que no me deja indiferente.
Un buen día alguien se cuela por tu ventana y se hace real. Sonríes y aprietas los dedos para deslizarlos junto a tus ojos por los senderos que se abren a sus ventanas cargados de los surcos del arado romano que un día intentaba sujetar con mis manos y que hoy son palabras de alguien que se dirige a nosotros y se hace real.
Entras en sus páginas ¡ya en las primeras! algo muy dentro de mí se puso en guardia, y me introdujo a través de un pisito en la siempre eterna Sevilla, en su contenido, en todo su hábitat y me fue modelando, fértil tras su arado, desplazando tierra al ir  penetrando sobre el sur donde me parieron. Me fusioné con su paisaje, las palabras y lugares, algunas muy conocidas de mi propio origen, y otras descubiertas con el personaje a través de sus páginas.
Gozando de bonitos paseos por la ciudad. Mirando hasta la ropa de sus personajes que me provocaba bocanadas de vida,  incidiendo en todas sus facetas.

La lectura ha sido cómoda, con imágenes vistas entre la tinta que corría por esos surcos, capaces de agilizar y hacer sentir, incluso, volver atrás para apostillar lo leído. Puente de Triana, Torre del Oro, cerveza Alhambra… encuentros con mendigos, que pica la curiosidad del lector buscando el final hasta que desaparece…
“Somos lo que comemos” (una gran verdad), frases que te susurran al leerlas y sientes la sensación que ellas trasmiten. Una cascada de imágenes se vislumbra y caen sobre el lector como agua manantial que brilla sobre los surcos de letras incontroladas. La mente sonríe y se place; no intoxicada sino suavizada, y sonríes por ello. Los sentidos se recrean. Los descansos son agradables para reponer de aire nuevo la mente y los sentimientos que fluyen sin pausa en nuestro intelecto y te implican en la búsqueda del curro tan necesario para el personaje.
Ves su angustia que se apropia de mi conciencia ¡trabajo precario como la vida misma!
Mientras que las relaciones humanas se meditan y explayan en su contenido para dejarnos ante el precipicio de mirar a la lejanía, buscando ese puente que enlace estas hojas, surcos que necesitas para seguir emborrachándote con la tinta y peripecias del personaje que lo han dejado en la claridad de la noche, pensativo. Descansando para seguir con su arado abriendo más surcos para poder sembrar...

10/03/17

Antonio Molina Medina