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Plaza Alta. Algeciras. Antonio. M. Medina |
Con
su hozada en su hombro ya terminada la riega subía lentamente por la vereda que
daba a su alberca mientras por su rostro se deslizaban los chorreones de sudor
los que se colaban por la camisa que cubría su cuerpo. Y apareció escoltada por
los cañaverales su figura; se sentó en su aledaño y con su brazo trataba de
quitarse el sudor que de su frente fluía.
Acoplo
su cuerpo con las piernas colgando sin llegar a tocar el agua la que espléndida
y libre de impurezas rodeada de verdes cañas, dejaba al descubierto el fondo de
su cavidad.
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Sendero Río de la Miel. Parque de los Alcornocales El Cobre. |
El tiempo se consumía y él solo respiraba muy lentamente mientras poco a poco las ranas fluían por los aledaños de su charca cuya agua poco a poco se enriquece con esos habitantes los que se sentían libres a pesar de una sombra que ni se movía, ya que él solo esperaba que la oscuridad apareciese atrayendo con ello a la Luna y sus estrellas cuyos puntos de luz dejaban ver en la alberca como se reflejaban la limpidez azul de su cielo y el temblor de las estrellas cuando tirabas una piedra cuyas ondas provocan ese movimiento el que provocaba sus olas, mientras las ranas saltaban de nuevo a su escondrijo, mientras se diluía entre la paz de su agua esas figuras o puntos de luz que el cielo nos ofrece ver entre sus aguas y sin agonía.
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Sendero Río de la Miel. Parque de los Alcornocales. El Cobre. |
Mientras su espíritu se place y se deja filtrar envuelto en sus aguas, levanta su cuerpo y camina de nuevo mirando ese hilito de agua que se escapa de la boca de la alberca a pesar de su tapón de corcho envuelto en un trozo de tela blanca y sus pasos bajan por la vereda en dirección a su morada. Al alejarse vuelven los sonidos del croar de las ranas mientras una suave brisa hace que sus pestañas vibren, limpiando confiadas las ventanas de sus ojos y sus pasos caminan por las veredas de la finca hasta las chozas que hoy son su morada.
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Majal-Alto. Parque de los Alcornocales. Chorrosquina. El Cobre |
“Haz
un temblor de alcoba blanca con tu voz.”
Donde
tus visillos lleguen a estremecer mis aledaños
A
través de esos colores que deambulan incansables
Por
el inconsciente que mueve hoy mis dedos,
Acariciando
con ellos esos versos por los caminos
Cautelosos,
donde la vida se congela y le seduce
Llenando
su corazón y cuerpo entero.
Antonio Molina Medina
22.02.21