Preciosa. Así se llamaba la que recuerda en sus
versos, versos de cristal con agua, de pestañas alborotadas y de siega en la
mañana. ¡Cómo corría por la era! ¡ Cómo saltaba y brincaba!, Y yo, loco por
quererla, soñaba que no soñaba. ¡Qué lejos queda mi valle! ¡Qué lejos en la
mañana! ¡ Qué dolor tienen mi cuerpo y mi alma! Ya es mañana. Ya sé que el pan
es duro y sólo se come las miajas, pero a querer y a darlo todo por una mujer
de agua clara no habrá nadie que 'puea' igualarla. Hoy retumban los tambores y
se agita mi alma. Ya no canta triste el gallo, por la serranía aún brama.
De truenos están mi cuerpo y mi alma soledades... ¿Por qué preguntas
mozuela, si ya no salpica el grano y me lleva la cebada transitando de aquí 'pa-llá'?
Se siente mi soledad entrar por el portón de mi cuadra, y los mulos ya
relinchan para ocultar los lamentos que a mi alma se le escapan.
Antonio Molina Medina