EL FINAL

No reconoce los caminos,
Eran pesados y las heridas
Se acumulaban en su alma,
por las zarzas que raspaban su cuerpo.
En silencio se dejaba llevar
Por los pliegues del tiempo,
Que insaciable no veía los peligros
Que su alma soportaba.
El final está cercano
Y él no lo divisaba
En su conocimiento.
Antonio Molina Medina

¡Que es poesía!

Apaciguo mi cuerpo en la arena
Mirando al mar sereno y en calma.
Una lancha a lo lejos ruje su motor,
Interrumpiendo los sonidos de las olas
Que a mis pies rompen su cadencia.
Cierro los ojos y aun puedo ver
Las nubes que cubren el amanecer.
Con un libro entre las manos
Pasando las hojas ya leídas,
Las sujeto con fuerza por la
Insistencia del viento que nos domina.
El agua que el viejo poniente
Limpio y solidario resplandece en la arena.
Las gaviotas revolotean picoteando la arena.
Sentado mirando al mar mi alma se queja,
Mientras la arena cobija mi cuerpo.
El viejo gusano remueve mi cerebro
Y sigo caminando por este desierto.
¡Que es poesía! Dice mi corazón
En voz baja, mirando a lo alto.
Antonio Molina Medina
 
 
FELICES NAVIDADES A TODA LA HUMANIDAD.

Fuente Con Personalidad

Fuente Con Personalidad
Dedicada a Ana Medina Trola
 
 Chorro de vida y de luz
de tus garganta emerge
nítido como el cristal
y por tu garganta aflora.
 
Salpicaste a tanta gente,
a almas que te adoran.
Sabes que te veneramos
por tu savia salvadora.
 
Que tú llenabas los cántaros
para las humildes chozas,
gentes sencillas que un día
se abrevaron en tu caño
de agua clara y cristalina.
Tú nunca negaste al pobre
la riqueza de tus aguas
como sustento y delicia
“pa” la gente de una casta.
Que nunca pusiste precio
al don de tus gentes,
que extraes de tus entrañas
y das vida y permaneces
perenne, riente y clara.
 
Antonio Molina Medina

RESURGIO DE LAS CENIZAS



Se asió a la roca y trepó por su cara norte. Sus manos se aferraron a las aristas, esquirlas, oquedades, y grietas que a sus manos se venían para encaramarse a ella. Mientras la vieja roca absorta contempla como de su cuerpo el calor brotaba. Corona la cima, se sienta y se instala en ella para contemplar el mar la rodea y las briosas aguas rompen sobre ella.


Las olas lo envuelven él se sumerge en ellas que engullen salobres su cuerpo. Despacio, emerge de sus aguas, camina erguido sobre su bravura. Montañas de fuego. Montañas de arena surcan a sus ojos. Desliza su cuerpo. El calor abrasa. Le quema. El sudor le empapa limpiándole los poros y la sangre que corre por sus venas.


Un oasis fecundo sus ojos divisan en la lejanía. Se acerca presuroso, bebe de sus pozos, de su agua bendita, saborea sus dátiles de fecundas palmeras y de sombras marchitas. Mientras, las estrellas iluminan su noche. Le alumbran. Le abrazan. Se recrean con él. La luna lunera se aferra a su cuerpo, copula con él. El rocío los cubre, fermenta la tierra. El silencio les acoge. Nadie les controla y el cielo los libera. Se esparcen por él. Se sienten seguros.

Antonio Molina Medina

LIBERTAD


Una cascada de fuego le salpicaba la cara. Crujían las llamas, coloreando la estancia. Como un soplo, como un suspiro, sus partículas le atrapan, le trasportan en bocanadas que se llenan de hojarascas. El humo le envuelve, mientras los niños contemplan. El payaso les acompaña, se sonríe, ríe, llora, canta convirtiendo su risa en pura carcajada. El cielo lo atraviesan los bramidos. Bella estampa. Mar y cielo. Tierra y fragua. Almas unidas. Señal de esperanza.

El caballo vuela, libre en la mañana. Cuerpos que se funden. Manos que se atrapan. En sus soledades brota la esperanza. El fuego domina la tierra soñada, exonera sus vidas. Del amor… la calma.
De sueños concebidos en la vieja fragua, forjadora se quimeras, se apropia de el alma con la que transita. Con martillo y yunque. De ascuas, llama renovada. Atronar de Duendes, Gnomos, Hadas… Sueños de mujer. Querubín entre ascuas.

Antonio Molina Medina

SU FIGURA

 
Rebusco en el firmamento de estrellas
con anhelo y ahínco la que siento.
Pongo los ojos fijos en el cielo,
y espero, y espero, que algún día
se descuelgue y se acerque, para
contemplar orgulloso su belleza.
Serán momentos de intensas emociones,
cuando los corazones caminen más de prisa,
más gloriosos los brotes que germinan,
más firmes las columnas que sustentan,
en esta inmensa fuente que es la vida.
Vivida con esmero por la gracia de la
verde, de nuestra verde poesía.

Antonio Molina Medina

Baltasar Acedo Trola

En una espléndida loma,
a lo lejos su silueta se divisa
montado en caballo tordo
con silla de cuero lisa.
 
Su figura es espigada;
piel canela con pelo
cubierto con un sombrero
fino, de paja, y adornos de terciopelo.
 
Galopa por la pradera,
por esos prados espesos
que están llenos de nostalgia
y el sol se ensaña con él.
 
Con el lazo entre las manos,
galopando tras las reses
va derrochando bravura
por las lomas de su aldea.
 
Ayer domaba caballos
cabalgando estas veredas.
Hoy se te ve merodear
Por estos montes y llanos.
 
Antonio Molina Medina

EL ROSTRO

Huerta de San Vicente - Granada.
 
Llegaste en su día y te dejaste contemplar.
Miraste curiosa con una sonrisa en la cara.
Tus ojos relucían endulzando tu rostro.
Hacían juego con tu cuerpo,
 
con el que caminabas.
Todo será posible
 
mientras pueda admirarte limpiamente
y poder reflejarme en tus ojos,
en la niña que mana de tu propia mirada.
De pupilas, de luces, de ternura.
Sonrisa sincera. Sonrisa no forzada.
Antonio Molina Medina

Querida amiga:


Me hablas de amistad en la distancia. Yo... quisiera poder tenerte. Sí, tenerte cercana y lejana, presente como la luna en su cielo, como la mar en los dedos con los que mojo mi cara. Hoy, después de mi descanso necesario, mezclado con muchos sueños, sólo te puedo decir lo que mi corazón sediento necesitaría de ti: seguir viviendo y soñando y pensando mucho en ti, porque los dedos de mi mano sobran cada día más. Cuando hablamos de amigos, hasta mi casa de palma con su techo de hojalata se desmorona.

La vida se despedaza y pasa el tiempo sin reparos. Mi alma se deshoja como una flor agotada de tanto como su viento la azota en su libertad.

Quizás sea lo cercano lo que se presenta el final del camino, pero ya poco le importa lo que le rodea. No hay limpieza ni en el aire que respiramos. La mirada traiciona al ser humano cuando miente. Vivir en libertad es complicado. Lo das todo y nada brota en el salpicadero del alma. El llanto se mezcla con la brisa de mi alma. Sólo espero que lo poco que me queda por vivir, alguna amistad sencilla, se me pegue a los pies en forma de semilla.

 

Antonio Molina Medina

Son trece años disfrutando con los tañidos de tu corazón.

Lucía, tu nacimiento
Treinta de noviembre, un muy especial
Día. El nacimiento de una niña es
como si el mundo se tuviese que parar.
 
Las estrellas iluminan, propia luz.
Los planetas han dejado de rotar;
una pequeña estrella ha nacido
para orgullo de este viejo mortal.
 
La vida lo transforma todo, lo hace
más especial: ese ser tan diminuto
centellea, iluminando otra vida
que está cansada ya, de caminar.
 
Quizás este nuevo impulso
sirva a este manojo fugaz
para seguir en sus pasos
por este mundo tan irreal
 

Antonio Molina Medina

Sueños que cojo de tus manos...

Sueños que cojo de tus manos de hada mística, gnomo poético, silfo o querubín blanco como la nieve, dónde la brisa y su mensaje me rebanan el corazón. Siento un escalofrió en mi interior, algo mágico que el tiempo no dejará de recordarme que la vida es un manjar de cosas pequeñitas…, muy pequeñitas…, vistas desde la alta sierra dónde me coloco y veo a una mariposa grande y llena de colores que mueve sus alas pletórica de sueños de vida e incienso, que trato de deslizar a este corazón torpe, pero generoso, que no sabe lo que es un querer verdadero, sin intereses ni pamplinas que solo busquen darlo todo sin pensar en recompensas para su cuerpo, pero sí para su espíritu torpe y taciturno que alguien ha puesto en  primera línea de su existencia como plato único para seguir soñando que la vida es algo más que materia.
Contigo:
 
“Renace la vida
y el pasado de piedra
se hace presente
caminando en paz
entre voces y silencios
de almas cuyo nombre
queda en la memoria”

Antonio Molina Medina

Molino Pajares “Escalona”

 


 Molinos: Castillos de ensueño para los lugareños
que llevaban el trigo a moler.
Transformándolo en blanca y polvorienta harina.
Harina para nuestro pan nuestro de cada día,
pan rico pero a veces poco
para matar el hambre en nuestra infancia,
doliente, sí, pero bonita y fascinante.
Baluartes en el río de la Miel,
Wadi al-Asal, aún guardabas aquel nombre que te dieron
siglos  antes nuestros padres árabes
hondando la dulzura de tus limpias,
finas y trasparentes aguas.
 
Contra toda adversidad
sigues en pie uno y más siglos,
como fortaleza medieval,
 como centinela y ángel protector
que das a las familias de comer.
 
Pero no todos tuvieron esa misma suerte:
Molino del trueno, del Águila, Masa,
Molinilla, Molineta y Alfarache
o el molino llamado ‘de los Tomates’,
la Abundancia y el Cachorro,
el molino de El Cobre,
los molinos de San José y San Bernardo.
 
Y allá, por la otra garganta,
otros fueron condenados al olvido,
sólo quedan hoy el luto de sus ruinas
por las márgenes oscuras de los ríos.
 
Tan ilustre patrimonio cultural
se lleva los piropos de todos
los que amamos la cultura
y viviréis sin fin, perennes,
en el fondo de nuestras retinas
y en el desván de nuestros mejores recuerdos.
 
Porque os custodiaremos con nosotros,
donde moremos, con mimo,
como algo que queremos.
Porque no es bueno dilapidar
lugares que con nostalgia y fe vivimos
para la perpetuidad.

Antonio Molina Medina

LA FE

Mi cuerpo se adhirió a la nada.
La luz le abandonaba en su camino.
El agua se escondía de los ríos
por donde pasaba secando su cauce,
pero la fe que su alma profesa
le hace caminar por firmes veredas.
Su calor le provoca el sustento,
calienta su cuerpo y hace posible
el milagro del pan y los peces,
los que atrapa su esqueleto.
Cobijados sentidos.
Milagroso el sostén de su aurora,
que sin ella hoy sería
un muerto viviente
con cabeza serpiente.
Sin pena ni gloria.


Molina

"Las nueve de la noche”

Foto Aportada por: Mercedes Benítez
Eran las nueve de la noche
cuando lo sacaron de su casa.
Dos niños en la cocina
y una madre en la ventana.
La puerta se cerró tras ellos
a las nueve campanadas.
                            La muerte tocó su puerta                             
mientras la luna lo lloraba
a las nueve de la noche
donde el oxigeno falta.
Los vientos luchan entre ellos
mientras la tierra violenta
su cuerpo tragaba
a las nueve de la noche.
En la esquina de la tapia
su sombra aún lo vigilaba,
y penetraban en su cuerpo
miles de agujas y espadas.
Poco a poco se rendía
mientras las nieves eternas
se derretían hechas lágrimas.
Eran las nueve de la noche.
Cuando el silencio se encarnó en fusiles
colándose por las ventanas.
A las nueve de la noche
su corazón se paraba.
A las nueve de la noche
la muerte cumplió certera
sin repicar de campanas.
A las nueve de la noche
dejó su sangre sembrada
en el pueblo en el que nació,
pero ni su vega le lloraba.
Y no hubo enterramiento,
ni iglesia que lo guardara.
A las nueve de la noche
no hubo ataúd ni una cama.
A las nueve de la noche
su larga agonía fue desvaneciéndose
Eran las nueve de la noche…
¡Ay que malditas nueve de la noche!
Con un puñado de piedras
cerraron su noche eterna.

Antonio Molina Medina